Comenzamos la temporada de eventos recreadores de este año con el Emérita Lúdica XII, que viene cargadito, ya os aviso, de reflexiones personales.

 

Para empezar os haré un breve resumen, que complementaré con un vídeoblog del evento cuando consiga sacar el suficiente tiempo para editarlo, momento en el que cambiaré esta frase por un enlace al mismo.

En esta ocasión me desplacé acompañado de mis colaboradores Caesus (y su familia) y Apulu (junto su pareja), salimos viernes tras comer para enfrentarnos a un viaje de algo menos de 6 horas, que dieron para hablar de infinidad de temas, incluso para jugar con los pequeños del convoy. Llegaríamos con algo más de margen que en la ocasión anterior para participar de nuevo, en una actividad que me parece hipnotizante: el funus celtíbero llevado a cabo Lvporvm, bajo la batuta del siempre maravilloso Guillermo Torres Caldera (quedaros con el nombre, por que este chico destaca, y más va a destacar, cuando su humildad le deje ser consciente de la calidad de todo lo que ofrece). Os preguntaréis que hace un proyecto de gladiatura en un funus, pues hay dos respuestas, la corta y la que abarca toda la verdad. La corta es que son buenos amigos y me apetece participar de sus actividades. La larga, a mayores de lo ya dicho, suma que es un ritual funerario, muy estrechamente relacionado con la gladiatura, pues no son pocas las culturas mediterráneas que tienen duelos, monomachias, como parte de este culto fúnebre. Los celtíberos son parte de estas culturas.

Quienes allí estuvieron, y sobre todo, quienes lo vivieron desde dentro, saben que es un momento mágico, y que el fuego que quemó el cadáver del maniquí que representaba al difunto, hipnotizó a todos los presentes. A mayores este año, fue un carrusel de emociones, en el que no quiero entrar, pues no me corresponde, pero si quiero detallas que me sirvió para hacer reflexión propia, que puntualizaré al final de este escrito.

Terminado el funeral, nos retiramos a cenar y saludarnos propiamente, pues hacía tiempo que no veía a mis amigos extremeños y los que de otros lugares se dieron allí cita. Es curioso y reconfortante como cuando te reencuentras con personas que puedes ver 1 o 2 veces al año, da la sensación de que solo han pasado un puñado de días desde la última vez.

En este sentimiento de hermandad, nos fuimos a descansar, para prepararnos para los actos del día siguiente que, para mi, sin duda alguna fueron los mejores de la cita, sin ánimo de desmerecer a nadie, pues así lo fueron, por que se centran en mi pasión.

A las 11:30 de la mañana, daba comienzo una charla que llevo tiempo creando en mi cabeza, y por fin me animé a llevarla a cabo: la morfología del equipamiento gladiatorio y la biomecánica de los movimientos en estas luchas. Creo, con riesgo de poder equivocarme, que no se ha tratado el tema demasiado en divulgación, al menos en nuestro país (Gladiatores berilonenses llevan años tratándolo, pero son foráneos) y es importantísimo a nivel de recreación. Veo en muchas ocasiones, sobre todo en quien empieza, pero incluso en quien lleva muchos años, que los entrenamientos se basan solo en duelos repetitivos (cuando hay entrenamiento) sin análisis de movimientos, ni del aprovechamiento de la equipación y armamento usado o, si se hace, apenas se aprovecha. Con esto quiero dar el primer paso hacia cerrar, quizá, una etapa donde yo también era parte de esto que critico, y dedicarme a andar el camino que abre otra puerta distinta, más centrada en el perfeccionamiento de estas cuestiones y una vocación más recreadora y menos festera. La única lástima de esta charla es que la mesa y el equipo de megafonía prometidos por la organización, brillasen por su ausencia, teniendo que dejar todo el equipo en el suelo y dar la charla a voz en cuello. Ni tan mal.

 

Después de volver a juntarme con mis amigos (las actividades que llevaba cada uno, no nos permitieron vernos demasiado a lo largo de las horas de actividad del evento, en general), y comer charlando plácidamente, tocaba prepararse para una de las actividades que con más emoción recibo, ya no solo de este evento, si no de todo el año: la munera gladiatoria. Desgraciadamente, por hallarme en recuperación de una operación de rodilla, este año me vi privado de aquello que mas disfruto, luchar, pero tuve la oportunidad de probarme en un campo que, aunque he ejercitado muchas otras veces a lo largo de 12 años, nunca lo había hecho para un público tan grande, ni en un escenario tan imponente, ni con el objetivo que tenía esta vez, ni para gente tan especial como alguna de la que pisaba la arena aquella tarde. Esta vez, ejercí de praecon, «speaker» o «locutor» si lo preferís o lo entendéis mejor.

La idea, en origen, era aportar sencillez al evento, tranquilidad a todo recreador implicado y un espectáculo DIVULGATIVO al público. Aunque eso deben juzgarlo aquellos que me sufrieron, salí con la impresión de que cumplí en cierta medida los objetivos que me propuse, y que os explicaré destripando cada objetivo brevemente:

Sencillez: en muchos eventos, he vivido la sensación de que yo, a pesar de saberme mucho de lo que se contaba, disfrutaba cada palabra, pero no así el público, cuyo mayoría tenía el interés en general en ver golpes más que escuchar explicaciones, que acababan causando que se aburrieran y se marchasen. También entre los gladiadores, se creaba la sensación de pesadez, por el hecho de tener que esperar mucho tiempo hasta su combate (el que lucha de último puede estar hasta 2 horas de pie, esperando, si las explicaciones son densas). Mi objetivo para reconducir esto, era dedicarme solo a presentar a los gladiadores cuando entraban, pedir la muerte o la vida de los mismos al público y al editor al término del combate y desde que el veredicto era pronunciado, hasta que los siguientes gladiadores salían a la arena, soltar píldoras divulgativas de, como mucho 1 minuto, para que el público entendiese lo que pasaba en la arena desde una perspectiva histórica. Mientras los gladiadores luchaban, me retiraba y me quedaba callado, haciendo otras funciones. Fácil, sencillo y para toda la familia.

Tranquilidad: De siempre, incluso en eventos en los que he participado en la organización, hay cierta incertidumbre de cuando le toca luchar a un gladiador, cuando hay muchas parejas, como era el caso de Mérida (32 gladiadors, 16 parejas, ni mas ni menos). Por mucho que la organización facilite el listado con el orden con anterioridad, con la emoción, la cantidad de gladiadores, y las ganas de luchar, una vez en la sala de espera, uno se acaba olvidando de cuando le tocaba, y si no se olvida, los nervios le hacen dudar. Por esto, quise en los ratos que una pareja estaba luchando en la arena, recordarles a las tres siguientes parejas el orden de salida. No sé si lo conseguí, pero con esto quería lograr que los gladiadores «en descanso» pudieran ver los combates de sus compañeros, sin todo el equipo puesto, teniendo la tranquilidad de que alguien los iba a avisar con margen de sobra para equiparse y estar listo cuando tocase. También aprovechaba este parón de speaker, para hablar con los suma rudis, y que supieran que pareja les tocaría arbitrar y que tipo de arbitraje necesitaban, ya que teníamos gladiadores que coreografiaban, gladiadores que luchaban por asaltos y otros que iban a rendición. Este último punto, haciendo autocrítica, tengo que mejorarlo mucho, ya que de 16 combates, creo que les «canté» los 4 primeros y uno o dos del final.

Divulgación: Como ya menté, quería huir de las narraciones deportivas (que están bien, pero no van conmigo) mientras los gladiadores luchaban, y centrarme en que el público desterrase tópicos de la gladiatura y entendiese la función real de aquellos espectáculos. Para ello, entre combate y combate, explicaba UNA sola cosa sobre el mundo de los gladiadores, de una manera breve, sin tecnicismos y usando todas las comparaciones posibles con elementos modernos. Creo, aunque no sé si se consiguió, que es una manera de que el público tenga interés por algo a lo que es ajeno, sin caer en el aburrimiento de la sobreinformación a alguien que realmente, no ha ido ahí para escuchar, si no para ver. Ya hemos vivido muchos años de «sangre y arena» por citar una conocida serie, y yo estoy totalmente comprometido con la divulgación. Es hora de poner nuestro granito de arena, como he leído recientemente en algún comentario del evento, con microrrevoluciones en favor de la divulgación.

Dicho esto, agradecer desde aquí, ya que no pude en persona, el detalle que la organización nos tenía preparadas a todas las asociaciones colaboradoras. Fue una pena que lo pusieran en un horario en el que aún había actividades (la munera) y no llegásemos a tiempo a recogerlo. Quizá para otro año, nos coincida mejor.

Aunque no está relacionado con el proyecto en si, por la noche tuvimos una reunión social para cenar y beber licores y productos varios de las tierras de varios recreadores que allí nos juntamos. Como buen gallego, no pude no llevar licor café. El caso es que fueron horas y horas de amena charla, y también algún momento de análisis del que os hablaré al final.

Terminado el sábado, quedaba tan solo una actividad: la charla presentación de la novela «Spiculus» de mi gran amigo Juan Tranche. Por hacer algo distinto, elaboramos un top 10 de los mejores gladiadores (podéis ver unos pocos aquí), según nuestra opinión para, a través de ellos, presentar personajes de la novela que se inspiraron en figuras reales, y ya matando dos pájaros de un tiro, hablar sobre los tópicos más extendidos y los bulos más recurrentes que encontramos por internet. La verdad es que no es una charla que no haya hecho otras veces, o que me parezca especial en si, pero lo cierto es que es de las que más he disfrutado hasta la fecha por la sencilla razón de haberla hecho con Juan. Varias personas del público nos comentaron que les pareció muy ameno no tanto por la temática, si no por la complicidad que se veía entre los dos y la sencillez del lenguaje, cosa que creo que es la clave para poder interesar a cada vez más gente en la historia, que al fin y al cabo, es uno de los objetivos más destacados de todo el proyecto.

Terminado esta charla, me fui deprisa a la Alcazaba, pues temía llegar tarde al evento de los fantásticos TANIT, ejemplo allá donde los haya de recreadores como la copa de un pino (ojalá algún día llegar a rozar su calidad). Y efectivamente, llegué tarde, pero tampoco demasiado, y pude disfrutar el acto casi completo. En este caso, los rituales que se llevaban a cabo para asentar la elección de una nueva sacerdotisa del culto de Astarté. De nuevo, tenemos una conexión con la gladiatura, pues en este acto religioso, estaba incluido también un duelo, una monomachia, y a mayores, con una diosa, como es Astarté, entre cuyas atribuciones se encontraban la guerra y la caza a la que seguro complacía la actividad anfiteatral.

Con este acto de TANIT, llegaba el fin del Emérita Lúdica en su doceava edición, y de nuevo, tras despedirme de todos aquellos de los que me fue posible, 6 horas de regreso a casa, que dieron para mucha charla y, sobretodo, mucha reflexión. os comparto una de las más importantes.

A raíz de la charla nocturna que os comenté, fui consciente de ciertos eventos del pasado, cuando aún no había fundado Lucius Spiculus. Eventos que, siendo consciente de algunos, y enterándome por primera vez de otros, me permitieron hacer un análisis de mi camino pasado, de mis errores y de mis lastres. Esto, aunque no lo parezca, es toda una ayuda que agradezco de corazón, por si alguien de los que aquel día charlo conmigo lo lee. Hago propias en este momento, las palabras de un gran amigo, que no pudo definir mejor mi sensación actual: el nacimiento del proyecto Lucius «marcó para mi un punto y final con una parte de lo que había significado para mi la recreación en los últimos 12 años». Pero aunque marcó un punto y final, aún tenía la puerta de ese pasado abierta, y miraba a menudo por ella. No obstante, otras muchas se me abrieron, puertas que estuvieron cerradas para mi muchos años por autocortarme las alas, muchas veces por decisiones o acciones ajenas. Ver esas puertas abrirse, y sobre todo, la calidad humana de la gente que me ha acompañado en este nuevo proyecto, así como la motivación por recrear que comparten conmigo, ha hecho que por fin haya conseguido cerrar esa que me lastraba en mi pasión.

Lucius Spiculus cumplió 2 años hace un trimestre. Estos dos años, pese a ser difíciles, han sido maravillosos, por todo lo que me han aportado. Ha sido una bocanada de aire fresco, que me ha quitado una losa de encima, y me ha aportado tranquilidad y nuevas energías para empujar el proyecto y todo lo que ello significa para mi. Nuevos eventos, nuevos planes, nuevas formas de hacer las cosas, mucho más encaminadas a recrear y divulgar de una manera ciertamente innovadora para el mundo del que vengo y sobretodo, el compartir todo esto con la gran calidad humana que me he topado y he tenido la suerte de que ha querido acompañarme en este viaje que solo me aporta felicidad. De verdad, a todos los que sois parte, GRACIAS.