LA GLADIATURA HOY DÍA



LA DIMENSIÓN HISTÓRICA
Hoy en día tenemos muchas exhibiciones de gladiatura tanto en el panorama nacional como en el internacional. Todas, sin excepción, nos ayudan a sacar a flote la figura del gladiador frente al gran público, generalmente neófitos del tema. El problema viene con el trabajo que hay detrás de cada uno de eses shows. A grandes rasgos, hay los que son pura fantasía , los que tienen una parte histórica (pero llenas de clichés) y por último los que respetan nuestro pasado poniendo en escena todos los elementos necesarios para que sea una fiel reproducción de las luchas que protagonizaban nuestros antiguos, dentro de las posibilidades modernas. En Lucius Spiculus, apostamos por estas últimas.
LA DIMENSIÓN FÍSICA



Dentro de los tipos de luchas históricas, ya no solo de gladiadores, tenemos varias vertientes a nivel de compromiso físico y de entrenamiento que generalmente se dividen en coreografiadas (en mayor o menor medida) o a contacto real, y dentro de estas últimas, otras dos subcategorías: por asaltos y hasta rendición.
Las coreografías lleva mucho tiempo sacarlas adelante para obtener un buen resultado final , y realmente tienen cierto riesgo, por que una sola confusión lleva acarreado un golpe no esperado, que en ocasiones, acaba en lesión, aún así, el riesgo es reducido. En el caso de la gladiatura, la coreografía nos aleja bastante del recuperar la verdadera esencia de este tipo de luchas, cosa que explicamos en el siguiente apartado «dimensión espiritual».
Por otro lado tenemos el contacto pleno que en cualquiera de sus dos variantes estamos ante un deporte de riesgo, donde la violencia está implícita. En el caso de los combates por asaltos este riesgo se reduce en cierta manera por que ante cualquier impacto se para para reanudar, con lo cual acaban siendo mas impactos para marcar que otra cosa. Sin embargo, el combate hasta rendición implica que después de llevar un golpe, puede que sigas encajando más si tu técnica, habilidad, forma o resistencia no alcanzan, momento en el que hay que tirar de fuerza de voluntad y coraje.
En cualquiera de estas últimas dos variantes, las lesiones son comunes, de mayor o menor gravedad, destacando la segunda variante por encima de la primera.
LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL



Este apartado es sin duda el más importante y el más difícil de conseguir. Toda reconstrucción de una lucha histórica requiere de meterse en el papel de un personaje real que practicase esa lucha originalmente, ya sea un caballero de justas medievales, un espadachín del siglo XVII o en nuestro caso, un gladiador. Lo que nos diferencia de cualquier otro deporte histórico es la intencionalidad y fundamento de la lucha que recreamos. En general las luchas históricas parten de un origen lúdico o militar, sin embargo la gladiatura parte de un origen ritual.
La gladiatura en origen pretendía ser una ofrenda a los muertos para facilitar el paso del alma del difunto al otro mundo, una ofrenda. Con el tiempo fue convirtiéndose en el espectáculo que todo el mundo conoce hoy día, pero siempre conservó de fondo ese factor ritual/espiritual. El fin de la gladiatura no era ganar el combate en sí (que también), si no mostrar valores como la valentía, el coraje, y el desprecio a la muerte, para poner de su parte al público y vivir para luchar otro día más. Hasta tal punto llegaba ese compromiso que si perdían, se suicidaban (con la ayuda de su rival). Esto es algo que las fuentes clásicas nos transmiten sin dar lugar a duda.
¿Como se refleja esto en la actualidad? Bien, pues un verdadero gladiador moderno, que quiera rendir homenaje a sus antiguos y a la historia, cuando participa de un munus no abandona el combate pese al cansancio, pese a las heridas, pese al sofoco y sobretodo, «acompaña» a su rival hasta el final. Un gladiador combate junto a su rival para demostrar que está ofreciendo todo lo que tiene, para demostrar heroicidad, para ofrendar su sufrimiento al público y para facilitar a su oponente alcanzar ese mismo clímax. Cuando esto es así, el público lo percibe, lo siente y sufre con el gladiador, llegando a una catarsis tal, que espectador y gladiador se funden en uno solo, hasta que el primero decide que es suficiente.