Hordearii, hombres de cebada, llamados así los gladiadores antiguos por Plinio el Viejo. Esto como ya pudimos ver en este artículo se refleja el hecho de que muchos de los antiguos ludus basaban la alimentación de sus deportistas en este cereal, servido probablemente hidratado con agua, en ocasiones también mezclado con alubias haciendo una especie de potaje o gachas.
Todo esto se conoce por la bibliografía de la época, referencias de Galeno, el ya nombrado Plinio el Viejo, y en concreto y siendo clave para estas hipótesis, el análisis de los restos de gladiadores encontrados en el cementerio de Éfeso.
Los análisis óseos de estos restos muestran en que la mayor parte de la alimentación de los gladiadores era de origen vegetal y que el consumo de carnes era menor en comparación con términos modernos.
Existen razones del porqué esta dieta no era casual, en el artículo anterior, Javier Romay comenta algunos como el tema económico, pero si nos fijamos en el aspecto nutricional se abren nuevas razones.
Para analizar esto debemos contextualizar el combate y sus requerimientos. Actualmente un luchador de judo de 80 kg de peso se estima que en 10 minutos consumiría alrededor de unas 150 kcal.
Los combates gladiatorios salvo en contadas y excepcionales ocasiones probablemente ocuparían ventanas de entre 5 a 10 minutos. La recreación actual de este tipo de combates, parece confirmar este hecho. Donde un combate que se acerque a los 10 minutos es ciertamente excepcional.
Un gladiador podría superar ligeramente estas cifras teniendo en cuenta la panoplia, el peso de esta agrega lógicamente un mayor esfuerzo en este tipo de lucha, así que si nos atrevemos a estimar el gasto de un gladiador de 80 kg de peso este se situaría en torno a los 160-200 kcal.
Entonces, si atendemos a las características del grano de cebada este, es un cereal que tiene un alto contenido en almidón, un hidrato de carbono complejo que necesita pasar por diversos procesos para convertirse en glucosa y ser utilizado como energía por el organismo. La cebada contiene 77 gramos de hidrato de carbono por cada 100 gr. y tiene una alta densidad calórica, con unas 350 kcal. por cada 100 gr., el pollo por ejemplo tendría unas 230 kcal., 120 menos en comparación.
Los luchadores actuales tienen generalmente un aporte recomendado de entre 3 y 7 gr. de hidratos por cada kg de peso corporal. Y siendo una prioridad este macronutriente y relegando las proteínas a los periodos en los que se busca un aumento de la masa muscular.
Así que las demandas energéticas en principio, estarían bien cubiertas por este alimento, si damos por hecho una ingesta regular, tanto los días de entrenamiento de menor intensidad como en los de mayor (ciclos de entrenamiento ondulantes, tetradas).
Otro efecto que podrían buscar con esta dieta era una composición corporal específica para la práctica gladiatoria. Ya que, en contra de lo que ampliamente se piensa, los gladiadores no estaban definidos muscularmente como en las series y películas en las que se representan. Un ejemplo muy clarificador en este sentido son los mosaicos de Villa Borghese.
Una capa de grasa superficial, subcutánea, protegería de heridas en zonas vitales más que solo el músculo, sin esta se estaría restando un escudo natural al gladiador. También el hecho de que se produjeran cortes y heridas no letales añadiría un factor de espectacularidad, haciendo que el combate pudiese continuar aún con heridas, y que en muchos casos podrían ser impactantes para el público.
¿Por qué para este objetivo de aumento de grasa corporal esta dieta basada principalmente en cebada?
Pues por varios motivos, en primer lugar, las gachas son menos costosas a la hora de comer, su ingesta no requiere tanta masticación, con lo que se requiere menos tiempo y facilita que los gladiadores comieran más.
Segundo, la alta densidad calórica de la cebada, provoca que en poca cantidad total de alimento hayan más kilocalorías que en otros alimentos, así que favorece que comieran más.
Por último, en comparación a alimentos proteicos como la carne, su digestión es menos costosa para el organismo y su efecto saciante menor también, lo que de nuevo facilita que comieran más.
Todo esto entonces facilita mucho el hecho de tener un balance energético positivo o superávit calórico, que es en resumidas cuentas, ingerir más de lo que se gasta, imprescindible para ganar peso.
Así que, todo estaba pensado y calculado para favorecer la práctica gladiatoria, cuidar a los gladiadores para que mantuvieran un buen rendimiento y ofrecieran un buen espectáculo.
Y esto, no lo es todo, eran conscientes de que esta dieta basada en este tipo de vegetales aunque sí calórica, era pobre nutricionalmente, con pocos micronutrientes, cosa que no pasaban por alto, solo hay que ver que ya utilizaban suplementación, en forma de bebidas e infusiones de madera y cenizas, para por ejemplo suplir las carencias de calcio, tan importantes para los huesos y la recuperación de posibles fracturas.
A día de hoy, este tipo de dieta no sería la más recomendada en términos de salud y tampoco de rendimiento. La poca variedad de alimentos es causa de peor flexibilidad metabólica, de una microbiota intestinal más pobre, posibles anemias, entre otras, es decir, acabaríamos consiguiendo una persona enferma, por esto la introducción de otros alimentos aunque fuera de manera ocasional, también habría sido necesario. En definitiva tanto las legumbres como los cereales no son los alimentos más interesantes nutricionalmente hablando, por lo que debemos contextualizar que basar la dieta en estos alimentos atiende a resolver la cuestión gladiatoria de la manera más eficiente según los recursos al alcance y disponibles de la época.
Datos nutricionales de los alimentos citados:
https://fdc.nal.usda.gov/fdc-app.html#/food-details/170283/nutrients