Traigo, de nuevo, un pequeño reportaje sobre un evento en el que hemos participado, en este caso el Arde Lucus 2023 que, pareciendo seguir una extraña pero poco agradable tendencia, fue el que peor organización ha tenido desde que yo recuerdo. No obstante, en este caso, no he sido parte participante de esa organización con lo que cae sobre otros la responsabilidad de ponerle altavoz. En mi caso, y pese a ese caos organizativo, ha sido mi mejor Arde Lucus hasta la fecha, pues he cumplido un sueño: luchar con ARS Dimicandi en mi ciudad natal, Lugo.
Para entender este sueño, he de remontarme un poco en el pasado, pero seré breve. Comencé con aquello de la «gladiatura» (entrecomillado a propósito), en el año 2009. Básicamente vestidos de cualquier manera y armados con el palo de una cortina, hacíamos como que nos pegábamos. Pasamos unos años (2-3?) haciendo coreografías de este estilo, sin ningún tipo de base histórica. Cierto año nos picó el gusanillo por tan siquiera equiparnos con algo acorde a lo que sería un gladiador, pero con coreografías de fantasía. Fue cuando, en busca de mejorar este espectáculo que dábamos, conocí a los ARS Dimicandi virtualmente, viendo vídeos en Youtube, de los que el grupo en el que por aquellas estaba, fue cogiendo ideas.
En 2014, sorpresa para mi, el ayuntamiento de Lugo, decide contratar para Arde Lucus a los italianos, pudiendo ver en persona como hacían las cosas y enamorándome de su manera de hacer. Poco a poco, aquel grupo en el que estaba, Caetra, va evolucionando, pasando de las coreografías a los combates a puntos, mejorando la equipación y aumentando en número. Fue una época bonita de vivir. Ahí fue donde luchar con el grupo italiano empezó a instalarse en mi cabeza como un sueño a cumplir.
A raíz de lo dicho anteriormente, y felizmente para mi, entablé amistad con Dario Battaglia primero, y con el resto de ARS Dimicandi después. Fruto de esa amistad y las charlas sobre su filosofía y el complejo mundo espiritual que se encierra en la gladiatura, una chispa se encendió dentro de mi. La lucha a puntos ya no llegaba para satisfacer esta demanda trascendental que habían puesto en mi, y poco a poco fui adquiriendo una necesidad de evolución en este sentido. Mi terquedad en este sentido, y mi cambio de paradigma a nivel interno respecto a este tipo de lucha antigua, me consiguió que Darío, en 2019 me permitiese luchar en el seno de su grupo…4 años, una pandemia y una operación de menisco después, este año he podido hacerlo en mi ciudad natal. Sueño cumplido.
Pero no solo eso, si no que he podido hacerlo en una gran compañía: aquellos que creyeron en ese sueño, cuando nadie más lo hacía o incluso era motivo de burla. Aunque son muchos más, quiero citar a cuatro especialmente importantes y que pudieron acompañarme presencialmente en este evento: Adrián, Caesus, Juan y Fernando. Gracias muchachos.
Comenzamos el jueves nuestro particular arde lucus, juntándonos la sección lucense de Lucius Spiculus con los chicos de Ars Dimicandi, saliendo de ahí una conversación realmente interesante, donde compartimos no solo aquello que nos une en la gladiatura, si no fuera de ella: una manera de entender la vida, en general.
El viernes hicimos el primer acto, en el que no tenía la cabeza del todo en la lucha, pero sin duda llevé impresiones que me hicieron mejorar para el día siguiente. Este primer día tuve el honor de poder luchar con Alessio en su primera lucha como provocator, recuerdo que me llevo con orgullo.
Sábado comenzamos el día con la presentación del libro de Juan. Aunque el sol no nos dio tregua, salió una charla redonda, un formato que considero ameno y disruptor con la presentación de libro habitual, y que os invito a ver en alguna de las localizaciones y fechas que Juan tiene para este año (podéis preguntarle en sus redes sociales @juantranche). En cuanto a la parte gladiatoria, hicimos dos luchas, un «ludus» que es la forma bajo la que nombran los espectáculos de entrenamiento, y un «munus» que es la parte más seria y ritual. En ambos mi oponente fue Vorenos, alias Buba, el cual me fue llevando de la mano para mostrarme todos mis errores con la armatura de provocator. Tengo que colocar mejor el escudo, y mi pierna es testigo de ello.
Domingo llegó como si el tiempo volase, con un ludus y un munus también. Dolorido llegué al último combate. Tuve el honor de cerrar este tremendo fin de semana, de nuevo con Buba. Este fin de semana me deja un recuerdo imborrable. Pocas veces se materializan los sueños tal cual se soñaron.
Dicho esto, la experiencia en este sentido, del fin de semana ha sido brutal, no solo por el sueño alcanzado, si no a nivel de sensaciones y aprendizajes. Me voy con la sensación de haber aprendido más en estos tres días que en la última década, especialmente con la intervención de Buba, que me ha enseñado a través del sufrimiento lecciones gladiatorias inolvidables.
Pero no solo esta alegría me he llevado, también he tenido la enorme fortuna de poder acompañar a Juan en la presentación de su nueva novela, «Gladiadoras: el duelo de la eternidad», en mi ciudad natal, cosa que me llena de orgullo. Mil éxitos vendrán con este trabajo tuyo, amigo.
Para terminar este breve resumen, quiero mencionar un último detalle. Una lección de desarrollo personal que he meditado mucho, y que he tenido la suerte de vivir en primera persona y de ver reflejado también en Adrián, a quien ha sido un orgullo verlo crecer dentro de la gladiatura este último año de forma tan especial. Esta lección es recordar que cuando alguien te llegue a decir que algo es imposible, o que está fuera de tu alcance, tengas bien presente que no está hablando de tus límites, si no de los suyos.