La libación de sangre ante la tumba de un muerto para facilitar su acceso al “otro lado”, rito que dio origen a la gladiatura, es algo que no solo se da en el pueblo romano, los más conocidos y divulgados suelen ser el pueblo campano y el etrusco, ambos dentro de la península itálica y que fueron los pasos previos a que roma desarrollase este tipo de luchas, pero no solo en la bota de Europa se ven ejemplos de luchas rituales.

Entre los pueblos de la península ibérica, por ejemplo, no era extraño luchar para los muertos, y tenemos restos arqueológicos1 y varias citas sobre ello, empezando por esta de Tito Livio2, en la que dos nativos íberos luchan en el funeral del padre y el tío de Escipión el africano, en Cartago Nova en el año 206 a.C.

“Escipión volvió a Cartagena para cumplir sus votos de ofrecer un espectáculo de gladiadores, que había preparado en honor a la memoria de su padre y su tío. Los gladiadores, en esta ocasión, no procedían de la clase de la que los entrenadores solían obtenerlos -esclavos y hombres que venden su sangre , sino que eran todos voluntarios y prestaron sus servicios gratuitamente. Algunos habían sido enviados por sus régulos para dar una muestra de la valentía instintiva de su raza.”

Apiano3 y Diodoro4 también nos dejan registro de otro pueblo de la península, los lusitanos, que durante el funeral del famoso Viriato en el 139 a.C. protagonizaron duelos ante la pira del muerto:

El cadáver de Viriato, magníficamente vestido fue quemado en una altísima pira; se inmolaron muchas víctimas, mientras que los soldados, tanto los de a pie como los de a caballo corrían formados alrededor con sus armas y cantando sus glorias al modo bárbaro, y no se apartaron de allí hasta que el fuego fue extinguido.Terminado el funeral, celebraron combates singulares sobre su túmulo…”

“El cadáver de Viriato fue honrado magníficamente y con espléndidos funerales.

Hicieron combatir ante su túmulo doscientas parejas, honrando así su eximia fortaleza…”

No solo esto a nivel de ritual funerario, si no que el valor adquirido que le proporcionaron los romanos, como ocio que fomentaba unos valores de sufrimiento y heroísmo muy necesarios en una sociedad bélica, también se dieron en otras culturas., buen testimonio de ello es lo que nos cuenta Tito Livio5 sobre Aníbal.

Aníbal pensó que la valentía de sus hombres debía ser alentada más con los hechos que con las palabras. Después de formar su ejército en un círculo para que contemplasen el espectáculo, colocó en el centro algunos presos alpinos encadenados, y cuando arrojaron algunas armas galas a sus pies ordenó que un intérprete les preguntara si alguno de ellos estaba dispuesto a luchar si les liberaban de sus cadenas y recibía armas y un caballo como recompensa por la victoria. Todos a una exigieron las armas y el combate, y cuando se echó a suertes quién iba a luchar, cada cual ansiaba ser uno de los que la Fortuna eligiera para el combate. Conforme eran elegidos, rápidamente se hacían con las armas llenos de entusiasmo y alegría, entre las felicitaciones de sus camaradas, y danzaban según la costumbre de su país. Pero cuando empezaron a pelear, tal era el estado de ánimo, no sólo entre los hombres que habían aceptado esta condición, sino también entre los espectadores en general, que la buena fortuna de los que murieron valientemente fue tan elogiada como la de los que salieron victoriosos.”

Hablando también del combate singular como entretenimiento, Posidonio6 nos deja una cita en referencia a una costumbre gala:

Los celtas, en ocasiones, celebran combates singulares durante los banquetes. En efecto habiéndose reunido en armas, hacen fintas y amagos de luchar entre si, pero algunas veces llegan a herirse y, excitados por ello, si no los detienen los presentes, llegan incluso a matarse”

En otros pueblos, como el germano, también se daban combates singulares con diversos motivos. Tácito7 nos deja narrado que era costumbre para saber si una guerra iba a ser favorable o no, establecer un combate singular entre un guerrero propio y un prisionero de la nación con la que se tenían discrepancias:

“Otro tipo de adivinación, por el que exploraban el evento de guerras trascendentales, consistía en obligar a un prisionero capturado por cualquier medio, de cualquier nación con la que se tienen discrepancias, a luchar con un arma elegida por el mismo, cada uno con las armas propias de su nación, y dependiendo de qué lado caía la victoria, presagiaban la fortuna de una u otra parte”


NOTAS:

1 Garcia-Gelabert, M y María Blázquez, M. Rituales funerarios de campania, de los samnitas y de los íberos. Acta Paleohispánica IX Paleohispánica 5, (2005) pp.393-406

2Tito Livio, Ab Urbe Conditia 28·21

3Apiano, Historia de Roma, Sobre Iberia, 75

4Diodoro Sículo, Biblioteca Histórica, 33·21

5Tito Livio, Ab Urbe Conditia, 21-42-2

6Posidonio en Ateneo, Banquete de los eruditos, 4·154 A-B

7Tácito, Germania, X


Imagen de cabecera: Fragmento de la Tábula Peutingeriana. Fueente: Wikimedia commons