Este pasado fin de semana tuve la enorme suerte de acudir al IV encuentro de gladiadores que tuvo la ocasión de celebrarse, nada más y nada menos, que en uno de los enclaves cuyos vestigios y esplendor histórico le convierten, por derecho propio, en uno de los mejores lugares para celebrar este evento, Mérida.

Tras coger el excelente testigo que dejó Lugo, último anfitrión en dos mil diecinueve, y debido a la pandemia que impidió que pudiera celebrarse antes, dio comienzo el evento el viernes, con la esperada y ansiada ya tradicional cena libera.

A medida que fueron cayendo las horas, por la que fue durante siglos la capital de la provincia hispana de Lusitania, las distintas asociaciones de toda la geografía nacional fueron dándose cita en el Alberge donde estaba instalada la carpa.

Uno de los momentos más emotivos, a pesar de las largas horas de viaje para muchos de ellos, fue ese cálido encuentro entre los distintos miembros de unos y otros grupos. Abrazos, emoción, risas, protagonistas, desde las primeras horas, de un excelente clima que no decayó en ningún momento durante todo el fin de semana.

Tras una abundante cena cada uno de los invitados fue abandonado la mesa con la intención de dormir durante unas horas antes del tan esperado día de conferencias y eventos.

La mañana del sábado despertó amenazando lluvia, pero, a pesar del mal clima que se vaticinaba, no impidió que diera comienzo el esperado programa que estaba tan cuidadosamente preparado y todos los asistentes se reunieron en el restaurante donde estaba organizado el desayuno.

Alrededor de las once de la mañana dio comienzo la primera de las esperadas charlas que corrió a manos de Alfonso Mañas, doctor en historia del deporte y que versó sobre los Scissor, uno de los tipo de gladiadores más desconocidos. La charla, como nos tiene acostumbrados Alfonso, fue amena, instructiva y muy participativa. Muchos de los asistentes dieron su opinión y se estableció un interesantísimo debate sobre este ignoto gladiador. Incluso hubo asistentes que lanzaron nuevas e interesantes hipótesis que incluso se siguieron comentando una vez terminada la conferencia.

La segunda de ellas corrió también por parte del doctor Mañas y en este caso sobre uno de los temas que a mi, personalmente, más interés me suscitan: gladiadoras. Y al igual que en la primera de las ponencias, Alfonso, demostró un conocimiento y un dominio sobre el tema que le posicionan como, probablemente, uno de los mayores expertos sobre gladiatura no solo en el ámbito nacional sino más allá de nuestras fronteras.

La tercera de las ponencias fue brillantemente dirigida por una de las personas más queridas y admiradas, no solo por quien escribe este articulo, sino por todas las asociaciones que se dieron cita, don Fernando Barriales. Su charla llevaba un curioso y sugerente titulo: “Erotes, Putti, Cupidos o Amoretti como Pantomima Teatral” y fue excelentemente impartida por parte de Fernando, regalándonos cuarenta y cinco minutos entretenidos, divertidos e increíblemente didácticos. Creo que hablo en nombre de todos los asistentes cuando digo que se nos hizo muy corta.

Una vez terminadas las charlas, las fotos con los ponentes y algún que otro refrigerio, por parte de los asistentes, fuimos dirigiéndonos de nuevo al albergue para poder coger fuerzas, hacía quizás el momento más esperado del todo el fin de semana; el entrenamiento de gladiadores.

Poco a poco los asistentes fueron abandonando la comida para ir a por sus yelmos, protecciones, escudos y armas.

Una vez realizado el calentamiento dio comienzo por parte de algunos miembros un interesante debate donde se habló sobre como cada uno entendía la recreación de la gladiatura. Todo aquel que quiso pudo dar su opinión sobre hacia donde creía que debía conducir la recreación. Incluso, aquellos que desgraciadamente no pudieron asistir, como es el caso del presidente e impulsor de esta página Javier Romay, pudieron de manera online expresar su parecer.

A continuación, ahora si, dio comienzo lo que para muchos debió de ser una autentica catarsis, el entrenamiento propiamente dicho. Durante varias horas la climatología permitió que pudiéramos asistir a un entrenamiento que tardaremos tiempo en olvidar. Rápidamente se empezaron a formar grupos, combates y duelos por el campo que incluso espectadores improvisados, que se alojaban en otros apartamentos, no pudieron evitar acercarse a disfrutar de la magia de estos ancestrales combates.

Sinceramente, fue increíble ver duelos de todo tipo, muchos de ellos brillantes. Aquellos que quisieron enfrentarse pudieron medirse haciendo honor, todos y cada uno de los luchadores, de un increíble respeto por su rival, demostrando ser merecedores del tipo de lucha que representan por todos los rincones de nuestra geografía: Gladiadores de la antigua Roma.

Si el cansancio no había hecho mella en alguno de los luchadores tuvo que hacerlo Jupiter, el dios supremo, poniendo fin al entrenamiento con una abundante lluvia que nos acompañó durante el resto de la jornada.

Se nota mucho el grandísimo trabajo a base de esfuerzo y entrenamiento que muchos de los gladiadores y gladiadoras han hecho en estos últimos años. Disfruté muchísimo de los combates que pude presenciar, alguno con una técnica muy trabajada. Creo que debemos estar francamente orgullosos del excelente trabajo y de los grandes gladiadores que podremos disfrutar en las recreaciones que, afortunadamente, se avecinan.

Enhorabuena a todos y todas por vuestro excelente trabajo.

Ya caída la noche disfrutamos de la cena de despedida, donde se comentaron combates, duelos, algún que otro golpe, pero donde de nuevo imperó el buen ambiente que se ha vivido durante todo el fin de semana. El evento finalizó con la entrega de diplomas y un emotivo obsequio, una placa de yeso con una replica de la inscripción encontrada en una de las puertas del anfiteatro a Némesis Caelesti.

Por último, la mañana del domingo, y con la tregua de la lluvia, las distintas asociaciones tras el desayuno fueron abandonando el intenso evento para regresar a sus ciudades de origen, dejando una enorme ausencia en una ciudad que durante este fin de semana ha respirado de nuevo del más solemne de los luchadores a lo largo de su inconmensurable bagaje histórico: Los gladiadores.

Sin duda Mérida ha dejado, a través de la asociación organizadora, Emérita Antiqua, un listón muy alto no solo por la grandísima organización del evento, sino por la excelente acogida que han brindado todos y cada uno de su miembros. Gracias, millones de gracias.

La próxima cita será en la arena…

Pugnate!