Hoy entrevistamos en Lucius Spiculus Divulgación a una de las grandes figuras de la divulgación e investigación sobre gladiatura en Europa, Dario Battaglia, presidente del instituto Ars Dimicandi de Italia, que tiene a sus espaldas ya 26 años de trabajo.
¿Cómo surge tu pasión por la gladiatura?
Yo de siempre practiqué artes marciales, deportes de contacto, mi primera pasión fue esa, el deporte de contacto pleno, centrado en artes marciales orientales. Otra de mis pasiones era la historia clásica, la historia de Roma. A través de ella me interesé por las artes marciales occidentales, que tienen también mucha historia, y poco a poco llegué a conocer profesores que me explicaron lo que era la arqueología experimental, y a través de eso, experimentar física y técnicamente estas artes marciales, empezando por el pancracio y luego la gladiatura.
¿Como fueron los comienzos de ARS Dimicandi?
Pues al principio hice un grupo con estudiantes que ya tenía de deportes de contacto como el boxeo o la lucha libre, gente acostumbrada al contacto pleno. Partí entonces con un equipo ya muy fuerte, y muy acostumbrado al contacto, pero claro, la técnica era otra cosa, era todo muy muy experimental, hasta que en el 98 conocí a Junkelmann y empezamos a trabajar juntos sobre el armamento exacto de los gladiadores y haciendo esta mezcla de práctica y teoría. Todo el trabajo a partir de entonces se especializó en la comprensión exacta de las armaturas en la expresión técnica, es decir, un Tracio no puede moverse como un Murmillo, ni este como un Provocator. Las fuentes de siglos y siglos y su investigación ha permitido juntar la lucha técnica con la matemática de los equipamientos, la teoría… En unos años, llegamos a una evolución impresionante.
Se que a parte de gladiatura también investigas luchas como pancrazio, la pygmachia, técnicas de la legión…toda esta labor ha llevado a grandes recompensas como pudo ser el participar como asesor y extra en la serie de HBO “Roma”. ¿Cómo ha sido esta experiencia?
Pues mira, me llamaron de Roma , del departamento de Stuntmen, por que conocían mi trabajo de investigación y querían que yo impartiese la formación de los soldados en la batalla de Alessia, que abre el primer capítulo de la serie. En principio era solo esto, un trabajo de 3 meses entrenando y rodando en Bulgaria con un equipo de unas 100 personas, formaciones militares principalmente. Después de esto, les gustó, y acabé trabajando 3 años en la formación de los stuntmen en la técnica de las luchas. Fue reconfortante.
¿Crees que hay una conexión entre el público y el gladiador? ¿Cómo la definirías?
Existe y es una conexión ritual, entre la semilla(gladiadores) y el óvulo (público). El gladiador tiene que poner al público en simbiosis, desarrollar una empatía con é, tiene que permitir al público sentirse en la piel del gladiador y sufrir con él. Es una manera de luchar muy particular, las armaturas gladiatorias no llevan coraza, por que el riesgo tiene que ser percibido por el público, así como la sangre tiene que ser vista. Es el primer elemento, el conocer el riesgo de ser alcanzado por el arma, que pone al espectador en la piel del luchador, un poco como un torero hoy en día, con el riesgo de ser corneado. El segundo elemento sería la habilidad, el gladiador tiene que ser increíble, un maestro. La lucha gladiatoria no tiene tiempo ni puntuación, es una lucha a ultranza. Puedes ser un campeón increíble, pero te acabarás por cansar, y ahí llegan los primeros impactos, la sangre. Las armas gladiatorias no cortan, no son armas de guerra, no pueden cortar, son pinchos, tienen que agujerear la piel, y esto es algo que está muy reflejado en fuentes clásicas, ya desde el funeral de Patroclo en la Ilíada, de hecho hay una literal que dice “sed caesam non puncti” pincha, no cortes. Las armas tienen que agujerear la piel, sin ser heridas mortales por necesidad, no se mataban.
En el momento que llega el cansancio, y la habilidad ya no es suficiente, es cuando llegan los primeros impactos que causan sangre, que causan sufrimiento. El gladiador tiene que encarnar a un héroe, tiene que sufrir y resistir, lo que un hombre normal no acostumbra: herido y cansado debe continuar, no puede rendirse ni retirarse, como podría hacer en deporte modernos. ¿Y por qué debe continuar? Por que es un ritual en el que solo puede abandonar la arena si el público lo quiere. Tiene que esperar la decisión del público, y solo le dejarán descansar si fue heroico.
Es difícil que un arma gladiatoria llegue a matar, es raro, puede pasar, pero es raro. El gladiador no puede matarse directamente en duelo, solo el público lo puede condenar o perdonar, y ahí está el elemento ritual.
Esta conexión es un sustituto fundamental en la sociedad romana del concepto heroico que tienen de los propios romanos soldado. La gente que no tiene acceso al ejército y a la gloria de la batalla como en tiempos de antaño, va a buscar esa sensación a un anfiteatro.
¿Como conseguimos entender esta espiritualidad en un combate actual hoy día?
No se puede explicar, se tiene que vivir, que sentir. No es un recurso racional, es un ritual, tiene que llegar al alma, y la única manera de conseguirlo es perseverar. El público que no está acostumbrado a esta violencia ritual tiene que verla, y vivirla, y volver a verla, y verla y vivirla de nuevo hasta que lleguen a un contraste con sus valores, hasta que surge un conflicto interior, hasta que se rompe algo en sus adentros. Cuando ese algo se rompe, va a sentir exactamente esa heroicidad y espiritualidad, por que va a vivir el sufrimiento a través de ese gladiador. La vida es sufrimiento, toda la gente sufre. Todos son Hércules de una manera u otra, van a tener que sufrir y resistir, no ganar, si no levantarse todas las veces que caiga. Esta es una realidad que todo el mundo conoce, pero está cubierta de una cultura moderna que es como una medicina, un sedante que nos atonta, no soluciona el problema, pero te lo alivia, aunque el problema sigue ahí. Perseverar es una regla fundamental e imprescindible para llegar al conocimiento de esta realidad ritual. No se puede explicar, pero se puede despertar, hay que romper la capa que lo cubre. Es algo muy irracional. Escapa a la lógica moderna.
¿Como llega una persona a ARS Dimicandi y como despierta su espiritualidad respecto a la gladiatura?
Pasan por tres fases, novicio, tiro y veterano.
Como novicio solo luchas, es una fase técnica, te dedicas a mejorar tu habilidad. No hay lucha ante público en esta etapa. Es una lucha muy heroica, no puedes aprovecharte del fallo del rival, y esto hay que educarlo.
Cuando cumple con esto, pasa a tiro. Aquí empieza a escuchar y entender el público. Tu adversario ya no es un problema. El problema es seducir al público. Lo que tienes que conseguir es ser un espejo para el público, aprender a hacer lo que el público quiere de ti. Y no es fácil, por que delante tuya hay alguien que quiere pincharte y hacerte daño. No es nada fácil. Es la primera vez que vas a centrarte en buscar otra manera de moverte, de sufrir, de interpretar los golpes, sin gritar, pero mostrando el sufrimiento. Lleva años conseguir esto.
Cuando llegamos a veterano, es una persona capaz totalmente perfecta de lo que representa ser un gladiador, y los encargados de llevar de la mano a los novatos y los tiros, para desarrollar todo esto.
Esta frase se la he escuchado a muchos miembros de Ars Dimicandi e diversas conversaciones: “Cuando estás combatiendo combates par tu rival y el para ti, tu tienes que llevarlo a él y él a ti, tenéis que haceros sufrir para conextar con el público” ¿Como se llega a generar el sentimiento de no luchar contra, si no luchar para tu rival?
Esto lo explico bien en mis novelas, donde el protagonista lucha contra amigos. Pero sabe que si no va a pincharlo, a hacerlo sufrir, lo está condenando a muerte, entonces no puede permitirlo. Hoy día también como juego, ya que no existe la posibilidad de muerte, tú tienes que obligar a luchar al rival, y el te tiene que obligar a ti. No puedes mostrar una superioridad apabullante, tienes que permitirle a tu rival ser héroe, pero tampoco no hacerle daño, ni regalarle el combate, ni ponérselo fácil…es difícil conseguir el equilibrio. No es fácil, por que estás dando golpes de verdad con armas de hierro, no estás en un debate intelectual, pero hay que buscar ese equilibrio.
Otra frase que os he escuchado muchoa todo el grupo es la que sigue: “No tenemos jefe, nuestros jefes son los antiguos” ¿Qué significa esto?
Llevamos 25 años con esta ley fundamental. En ARS Dimicandi no hacemos asambleas para decidir lo que se hace. La primera premisa es “reconstruir el mundo gladiatorio”, entonces ya tenemos órdenes: tenemos que hacer exactamente lo que hacían ellos, los antiguos son nuestros jefes. Les hemos hecho la promesa de llevar sus normas al mundo moderno, y haremos todo lo que tengamos que hacer sin preguntar a nadie, la única barrera son los problemas que la arqueología experimental nos pueda poner. Pero lo que hacemos desde hace 25 es hacer lo que nos mandan antiguos, tanto Cicerón, como Tito Livio, Séneca….son ellos los que nos dicen que hacer.
Hay muchos grupos que se compran el material y ya, se quedan ahí, nosotros hemos cambiado todo muchas veces, tanto material como formas de luchar, evolucionando siempre que las fuentes nos recordaban que lo estábamos haciendo mal. El Ars Dimicandi de 2006 no tiene nada que ver ccon el 2012, hemos cambiado todo por orden de los antiguos. La práctica, la investigación y el descubrir nuevas fuentes nos lleva a ello. Los antiguos mandan, es la máxima de ARS Dimicandi.
¿Como ves el panorama de la recreación de la gladiatura hoy día?
No se decirte. Ars Dimicandi empezó con la filosofía que te expliqué. Creo que muchos recreadores son apasionados de la historia y hacen lo que pueden. Claro, no es fácil conocer bien la gladiatura, hace falta ser historiador, y aún así muchos no la conocen bien, ya que la gladiatura es solo una parte de la historia, y muchos historiadores la pasan por encima. Y hay otro problema, los historiadores que la estudian, en su gran mayoría, les falta la parte práctica, y hay cosas que solo puedes ver ahí. Esto es así.
Yo creo que muchos grupos son de verdad muy apasionados, y hacen lo que pueden, también pasa que cometen errores y los propagan, pero hacen un tipo de divulgación que consigue acercar la historia a la gente, aún así, conocerlo de forma profunda no está al alcance de todos. Pero todo mi respeto a todos los grupos y formas, eso siempre.
También hay que destacar otra cosa, el “target” o la intención de ese recreador. Hay dos mercados muy distintos y demandados, el cultural y el turismo. Muchos promotores de gladiatura, y grupos de gladiatura se centra en el show, quieren algo llamativo que ponga en titulares unos restos arqueológicos, que atraiga visitas…es totalmente legítimo y respetable. A nosotros nos llamaron una vez para hacer un año de espectáculos en el Caesars Palace de las Vegas, dijimos que no por que no es nuestra filosofía, pero tienen su “target” y es su mercado. No todos los que hacen gladiatura tienen la función de explicar la historia, tienen la función de entretener, de llamar al turismo.
En muchos eventos hay parte del público que no viene con la idea de aprender, si no de entretenerse, divertirse, no entiende cual es la oferta de grupos como ARS Dimicandi. Nos ven y dicen, si vale, interesante, pero prefería espectáculo, otros que dicen que les ha gustado, que no lo esperaban, otros que preguntan si la sangre es real…y otros realmente vienen esperando aprender historia y entender algo mejor la gladiatura. Estos últimos son los que se engloban en el mercado cultural, donde están grupos como el nuestro, que investiga y estudia la gladiatura.
Todos los tipos de gladiatura tienen su público. Está bien perfectamente el teatro, el show sin historia y el conocimiento. Está la industria del turismo, que también manda sobre esto, y está bien todas sus variantes. Hay industria cultural e industria turística, cada uno con sus objetivos y las dos igual de respetables, pero con formas de hacer distintas.
¿Qué echas de menos en la gladiatura a día de hoy?
Una cosa que me gustaría ver es mayor rigor a la hora de divulgar. A veces nos ceñimos a un libro, o a un historiador, y deberíamos ir a las fuentes, hacer un estudio profundo hasta entender realmente lo que estamos estudiando. Una buena divulgación requiere de mucho tiempo.