Llega este reportaje días después del evento, pero ha sido un no parar, tanto el evento, como el regreso. Esta tarde ha sido la primera que he tenido tiempo de sentarme a pensar como contaros lo allí vivido, por que aún sigo pensando y reflexionando sobre lo que el año 0 de este evento supone, porque creedme, da para mucho.

Empezaré narrándoos un poco el periplo de la manera mas objetiva que pueda, y hacia el final os contaré un poco sobre esas reflexiones de las que os hablo en las líneas anteriores. Al lío.

Dies in Arena es un evento creado y organizado por nuestros hermanos y mentores italianos, ARS Dimicandi, que tuvieron la gentileza de contar con nosotros y proponernos esta idea/colaboración al poco de haber entrado en el presente año. La idea era sin duda sencilla, juntar a varios grupos de gladiatura para hacer un evento exclusivo de gladiatura a nivel internacional, donde se combinasen ponencias, entrenamientos y combates de cara al público, así como momentos de convicencia. Idea al mismo tiempo ambiciosa, pues que yo conozca (que alguien me corrija si me equivoco), es el primer evento dedicado única y exclusivamente a la gladiatura que va más allá de una lucha, combinando divulgación, entrenamiento y recreación.

Una vez que nos llamaron, nos pusimos manos a la obra. Esto de ir a eventos tan lejanos tiene sus complicaciones: gestionar días en el trabajo, combinaciones de vuelos, envío de material, hoteles, coche de alquiler, tiempos de espera y de viaje…Dicho así parecen cuatro cosas sencillas, pero para mi, no lo fue tanto. No obstante, lo hice encantado, como el niño que prepara la mochila el día antes de la excursión de final de curso. De hecho, la noche anterior no pude dormir de la emoción, y es algo que hacía que no me pasaba.

Una vez llegado el día, salimos en dos grupos distintos, el salido de Pamplona, y el salido de Lugo, ambos nos juntamos en Madrid para coger el avión, avión que se retrasaría y nos haría llegar a Italia nada más, y nada menos que a las 4 de la mañana. Todo un contratiempo, la verdad, por que contábamos estar sobre la 1.00 en el hotel, y hasta las 4.30 no llegamos finalmente. Esto era una putada por que al día siguiente debíamos coger el coche de alquiler a las 7.00 am, con lo que a las 6:30 de la mañana en pie.

Con 2 horas y media de sueño, nos fuimos a por nuestro coche, y tras pagar 26 eurazos de peajes por unos 150 km de recorrido, llegamos a Susa, donde estaban ya nuestros amigos de Ars, con las tiendas donde dejaríamos el material montadas y un pequeño piscolabis de charcutería y queso italiano listo para ser degustado. No obstante, y pese a lo bueno de la comida, nuestro mayor disfrute fue ver el anfiteatro de Susa, un anfiteatro muy entero y con una belleza particular. Quizá por el hecho de estar tan entero, quizá por el saber lo que nos esperaba allí, no lo sé. El caso es que allí nos vimos los 4, en silencio y contemplando aquella maravilla.

 

 

Tras la comida, empezó el circuito de ponencias, que fueron de gran altura por el renombre de los ponentes. En orden de ponencia Deborah Rocchietti (Arqueóloga de Turín), que nos habló sobre el anfiteatro de Susa, Enrica Calabria (Conservadora del arqueológico de Susa), que nos habló sobre una Némesis hallada en este anfiteatro, Federica Rinaldi (Arqueóloga del Coliseo), que nos habló sobre el Coliseo y sus intenciones futuras para el mismo, Dario Battaglia y Luca Ventura (presidente de Ars Dimicandi y investigador del mismo grupo, respectivamente) que nos hicieron un breve repaso por la historia y significado de la gladiatura y Danilo Leo Lazzarini (gladiador de Ars Dimicandi y divulgador) que nos contó, de un modo que solo él podría, su experiencia como gladiador en el mundo moderno. Todas estas charlas, sin dudad, fueron de gran interés y con un vínculo común, explicar el propósito de Dies in Arena, sobre el que os hablaré hacia el final del artículo.

 

Por la tarde del sábado entraron en acción los protagonistas centrales de este evento: los gladiadores. Reunidos todos en el anfiteatro, y con una buen afluencia de público teniendo en cuenta que no se publicitó el evento hasta días antes, Dario cogió la batuta para poner a funcionar a todo el mundo en una exhibición que explicó la historia de la gladiatura «historia muneraria», para los que estén familiarizados con Ars Dimicandi, ya conocerán el formato. Para los que no, os lo resumo. Dario explica el contexto en el que se originó la gladiatura, los primeros duelos funerarios, empezando por Troya, pasando por la Grecia clásica, hasta dar el salto a las culturas campano-lucanas y etruscas que precedieron a la gladiatura romana. En cada explicación una pareja de gladiadores equipados con una armatura de cada época, hacen una muestra de como era cada tipo de combate, y como este fue evolucionando para, ya llegando al final, hacer una muestra de la gladiatura romana. Todo ello sin un solo munus, que son los combates más puramente rituales y que se toman mas en serio. Aquí simplemente eran pequeñas exhibiciones.

Una vez terminada esta jornada de convivencia, los gladiadores compartimos momentos de aprendizaje e intercambio de opiniones entre nosotros, al mismo tiempo que éramos invitados a una cena con platos romanos sacados de las recetas de Apicio. Tras esto, nos fuimos a descansar, que falta nos hacía, y preparación para un nuevo día.

Domingo por la mañana nos levantamos sintiendo los dolores de los golpes del día anterior (los que lucharon, ya que yo, Javi, tuve que mantenerme, por desgracia, al margen). Después de un maravilloso desayuno, nos fuimos directos al anfiteatro a una sesión de entrenamiento conjunta entre Ars Dimicandi, Lucius Spiculus y Gruppo Storico Romano. Una idea muy dentro de la filosofía de los entrenamientos nacionales, pero teniendo la suerte de estar entre grupos con más de 30 años a sus espaldas, y como no, de tener a Ars Dimicandi de maestro y mentor. Como ellos mismos dijeron «el diablo está en los detalles» y las pinceladas y matices que compartieron con nosotros sobre posicionamiento, movimiento, espacios y visión de lucha, han supuesto un antes y un después para nosotros, y estoy seguro que para todos los allí presentes. Volvemos con mucho trabajo por hacer de cara a la siguiente edición.

Una vez terminado esta parte del evento, de nuevo, nos juntamos para comer y charlar y preparamos la actuación de la tarde, donde, ahora si, algunos tendrían el privilegio de luchar en un MUNUS. Es algo complicado de explicar a quien no lo vive y lo siente como nosotros, pero luchar un munus es algo más ritual y espiritual que físico, es un tipo de combate que te toca el alma y te hace evolucionar. La primera vez que te enfrentas a uno, crees entenderlo, pero de esa primera experiencia, sales cambiado para siempre. Aunque no lo entendáis, seguro que leer estas líneas os puede ayudar a haceros una idea de lo importantes y especiales que son estos combates. Eso es lo que se le ofreció al público de Susa en esta tarde, junto con una explicación de la parte más sacra de un duelo gladiatorio, donde se involucran el mismo Hades y Caronte.

Con este momento tan especial, se dio por finalizado el año cero de Dies in Arena. Con la extraña sensación de alegría y tristeza que envuelve el fin de toda cosa buena, nos pusimos a recoger, nos despedimos de nuestros hermanos y comenzamos el «trepidante» regreso de vuelta a España. Y hasta aquí la crónica reportaje. Ahora viene la parte donde os dejo mi propia reflexión de estas jornadas.

No hace falta que jure, pues nunca lo he escondido y lo he dicho muchas veces, que Ars Dimicandi son para mi un ejemplo a seguir, los mentores de este proyecto, y míos personalmente, desde hace una década ya (que se dice pronto), y a día de hoy amigos, hermanos de lucha. Ya solo este hecho, hacía esto un evento muy especial. Pero el planteamiento del mismo, lo ha mejorado respecto a las espectativas que pude tener algún día. Se trata, al final, de una convivencia entre ludus, donde cada uno dar lo mejor de si, no para si mismo, si no en pos del crecimiento del grupo en primera instancia, y de la gladiatura como finalidad.

La idea de este año cero era sentar las bases para algo más grande, con más gente, pero con el mismo propósito: revolucionar y engrandecer la gladiatura. Algo que creo que sin duda conseguirá. Los años de experiencia tanto de Ars como de GSR (ambos llevan algo más de 30 años funcionando), tanto en gestión como en recreación, junto con el empuje y las ganas que podemos aportar los nuevos, creo que es una muy buena combinación. Ardo ahora mismo en deseos de contaros todas las novedades que allí se hablaron y todo el trabajo que el proyecto ha puesto encima de la mesa, pero por desgracia, solo puedo hablar hasta aquí. Primero por que así se acordó, segundo, por no gafarlo, y en tercer lugar, por que creo firmemente en aquel dicho de «logra tus metas en silencio», ya las enseñaremos cuando lleguemos a ellas.

El propósito final de Dies in Arena, no es otro que contagiar y mostrar la gladiatura lo mejor y al espectro mas amplio posible. Sin duda, será un punto de encuentro para todos aquellos que compartimos nuestra pasión, y que vemos en la gladiatura un aporte espiritual incomparable. Quizá no llegue a todo el mundo, o no todo el mundo quiera acercarse a este lado, como digo, espiritual, pero a todo aquel que quiera descubrirlo, sin duda Dies in Arena, será el mayor exponente. Confío plenamente en ello.

A mi, a parte de toda la satisfacción que me da todo esto que os acabo de narrar, se le junta algo muy especial. Ars Dimicandi trabajó en mi desde el minuto uno que me conoció. Yo no me di cuenta entonces, pero a día de hoy recuerdo los pequeños gestos, las frases al oído en el momento adecuado, y como eso fue poco a poco prendiendo una llama en mi. Darío usó conmigo en un día de verano del 2019, en Bérgamo (para que veáis que se me quedó grabado en el alma) la siguiente metáfora: «tenías una chispa en tu interior, con esta experiencia, la has convertido en llama, y ahora es tu obligación y deber moral contagiarla a otros que no ven la chispa que llevan dentro».

Ese algo muy especial de lo que os hablo, es el orgullo que sentí de ver nacer esa llama en mis compañeros de Ludus, aquellos a los que puedo llamar gladiadores con todas palabras, aquellos que me acompañaron en este viaje tan especial, y a los que pude ver cumplir el sueño que en su día pude cumplir yo. Solo me faltaba en este excepcional grupo Adrián, que no pudo acompañarnos en esta ocasión, pero que estoy seguro de que estará en el próximo Dies in Arena.

A todos vosotros, Hermes, Barbaricus, Caesus, me hicisteis sentir plenamente orgulloso de vosotros, y ese es un sentimiento que no se puede pagar. Gracias por vuestra compañía y apoyo en el camino. CADERE SURGERE.