El Emérita Lúdica de este 2023 no ha dejado indiferente en ningún sentido, y es que ha sido el evento en el que peor trato he recibido por parte de la organización (léase ayuntamiento), en los 14 años que llevo recreando. No obstante, dejaré ese recuerdo y relato para otro momento, y en este reportaje me voy a centrar en el buen trato recibido por parte de las asociaciones locales y sus gentes, con su tremenda calidad humana, y en los emotivos momentos vividos a lo largo del fin de semana, que han convertido esta edición del evento en algo imposible de olvidar.
Tenemos que partir de mi contexto personal (es decir, el de Javi Romay como individuo, no como Lucius proyecto) para poder entenderlo todo. Los que me conocen un mínimo o llevan algún tiempo siguiéndome en redes, sabrán de mi pasión por la gladiatura, y el componente trascendental que tiene para mi. Dentro de esta forma de entender la gladiatura, sumadle que llevo sin pisar una arena para luchar desde octubre de 2021 debido a una lesión y posterior operación. Ahora echadle al caldo que, desde la muerte de mi padre al poco de salir del confinamiento, no he podido, por esa misma razón, dedicarle un combate en condiciones, como me hubiera gustado hacerlo en su día. Las emociones estaban a flor de piel.
Este año he aportado dos actividades en total, una filosofía que vengo implantando desde hace un tiempo (no más actividades que días de evento) ya que al final, pecamos de lo mismo, ofrecemos todo nuestro ser con más actividades de las que es sano abarcar, y acabamos exhaustos y sin poder disfrutar nosotros de aquellos amigos que reencontramos en los eventos y de sus propias actividades. Además, y de esto hablaré más en otras publicaciones de esta misma semana, en general, es algo que nadie nos tiene en cuenta ni nos van a agradecer, más al contrario, se aprovechan de nuestras buenas intenciones y altruismo.
En esas dos actividades, he puesto todo mi foco y mi pasión, pues considero que es mucho más útil al propósito del proyecto y de la divulgación en general, aportar cada vez más calidad, y no más cantidad. La primera ha sido una charla que estrenamos en Gilena el año pasado, «Biomecánica de los movimientos en la gladiatura: el murmillo», una charla donde lo que pretendemos es compartir lo que llevamos aprendido sobre como entrenar esta armatura para su mayor eficiencia dentro del mundo de la gladiatura moderna. No solo eso, si no también intercambiar ideas con otros compañeros y aprender unos de otros, pues esta charla, como podréis imaginar, va encarada hacia un público que es gladiador.
La segunda de estas actividades ha sido la participación en la ya famosa munera gladiatoria del Emérita Lúdica. Este año ha sido tremendamente única y diría incluso que irrepetible. Para empezar, por razones que quedan a la suposición de cada uno, pero que se pueden intuir sin demasiada dificultad, solo tres ludus (uno con representación de un solo gladiador), de los 6 o 7 que han llegado a participar simultáneamente, han acudido este año a la cita. Eso por un lado a reducido el número de parejas de gladiadores y también armaturas disponibles, pero ha propiciado algo, en mi modesta opinión MARAVILLOSO, y es el hecho de acordar entre todos que los combates fueran a rendición y no a puntos, y a contacto pleno, nada de coreografía. ¿Por qué esto es maravilloso para mi? Por que la fatiga, y el dolor generado por el contacto real, son la forma en la que podemos mostrar sufrimiento real a nuestro público, y que la voluntad de seguir luchando de los gladiadores, pese a esos dos factores, llegue a conectar y emocionar al público como creo que no se hace de otra manera, y así lo confirmó el público asistente, que desde el término del combate, incluso al día siguiente, nos comunicaba que se habían emocionado con aquellos combates. Ya solo por este punto, creo que ha sido algo sumamente especial. Me han dicho muchas veces que un combate ha gustado, pero son muy pocas aquellas que la palabra usada ha sido «emocionado», y conseguir esa catarsis en el público, ha sido la meta de este proyecto desde el día de su fundación.
A parte del maravilloso trabajo de los compañeros gladiadores, a los que doy la enhorabuena y las gracias desde aquí, también me acompañó en esa jornada un grupo de personas, no solo los gladiadores, con una calidad humana asombrosa, a los que doy las gracias ya no solo por que estuvieran allí, si no por formar parte de mi vida. No hace falta que de nombres. Los que os toca, sabéis quien sois. Pero especialmente esto es importante a mayores este año por el elemento mas emotivo que tuvo la gladiatura de este fin de semana. Junto con mi amigo Adrián, compañero de vida donde los haya, he podido dedicarle, por fin, un combate a mi padre, como siempre he querido hacer desde su fallecimiento. Poder hacerlo, y más con alguien como Adrián, que también tenía sus motivos personales (la muerte de su abuelo) para implicarse mucho más en este combate, ha sido algo muy importante y emotivo para mi, hasta el punto de que he pasado casi todo el combate llorando mientras luchaba, sintiendo, crea quien lo crea, como mi padre me dedicaba una última sonrisa, y nos dábamos un último adiós, aquel que no pude darle en sus últimos momentos.
Por todo ello, este será un evento imposible de olvidar, e imposible de borrar como un recuerdo agradable, por mucho que el ayuntamiento y su gestión haya intentado hacerlo.
Queda mucho por contar del Émerita Lúdica, en cuanto a la nefasta gestión y el mal trato recibido por parte de algunos funcionarios del ayuntamiento, pero no quiero manchar el recuerdo de mi padre escribiéndolo aquí, así que os tocará leerlo en otros lados.
Ad maiora.