La gente iba al anfiteatro porque era entretenido: era entretenido lo que se veía en la arena y era entretenido lo que había en la grada. Hoy vamos a centrarnos en lo que había en la grada, en los entretenimientos y atenciones que encontraban en ella los espectadores.

Apostar: Apostar, ganar dinero, fue uno de los primeros alicientes que ofreció el munus a aquellos que lo contemplaban. La primera evidencia de apuestas en munera data del siglo I, pero es obvio que antes los espectadores de los munera ya apostaban sobre el resultado de los combates que veían. Probablemente esto ya se daba en los combates gladiatorios de Paestum, en el siglo IV aC.

Ligar: Encontrar pareja fue otro de los alicientes que antes encontraron los espectadores, y las espectadoras, en las gradas del munus. El primer caso documentado ocurrió en 80 aC, cuando una joven que acababa de divorciarse, Valeria, se encontraba sentada cerca de Sila, por entonces dictador de Roma, que había enviudado unos meses antes (Sila tenía entonces 58 años). Sin dudarlo, la joven se levantó de su asiento y dio toda una lección de cómo coquetear y conseguir un marido de modo rápido y sencillo: pasó por detrás de Sila y posó una mano sobre él, arrancando un hilacho de su toga. Cuando Sila se giró hacia ella, sorprendido, Valeria le soltó una frase pícara. Sila quedó prendado con la joven, y cuando ella volvió a su asiento los dos ya no hacían más que lanzarse miraditas. Al poco iniciaron conversaciones para la boda, que se celebró unos meses después.

Tras ese ejemplo de braguetazo, los ligoteos en la arena no hicieron más que continuar, y así Ovidio nos dice que las mujeres atestaban las gradas, y que iban allí para ver, pero también para que las vieran. Y una vez que las veían, los galanes se lanzaban a cortejarlas, mediante diferentes técnicas, una de ellas preguntar a la chica por qué gladiador había apostado, y apostar por el mismo.i

Comida: Mientras que apostar y ligar eran dos alicientes que los espectadores se proporcionaban así mismos, darles de comer era una atención que corría a cargo del organizador (editor). El primer munus en el que está documentado que se dio comida fue el celebrado en 183 aC con motivo del funeral de Publio Licinio, en el cual hubo un reparto de carne (visceratio) y, tras el munus, un banquete (epulum). Con el imperio la costumbre del banquete al final del munus se mantuvo, como documentan los celebrados por Nerón en su anfiteatro de madera y por Domiciano en el Coliseo.

Velum (‘toldo’, para dar sombra): Ya que el munus se realizaba al aire libre, en la mayoría de ocasiones se celebraba en los meses cálidos, por lo que proteger a los espectadores del sol era necesario, siendo esta otra de las atenciones que desde un principio ofrecieron los organizadores de munera (el uso de toldos sobre las gradas aparece ya en pinturas etruscas mostrando juegos fúnebres). Para mediados del siglo I aC se hacían de lino, mientras que los que se extendían sobre el anfiteatro de madera de Nerón estaban teñidos de azul, con bordados en hilo de oro y plata en forma de estrellas, para evocar el cielo nocturno.ii

Sparsiones de agua: La palabra sparsio (aspersión) se refería a una ligera rociada de agua sobre los espectadores. Al igual que la sombra del toldo, servía para refrescar el ambiente, pero no solo eso, pues en los espectáculos más lujosos el agua solía estar perfumada con distintas sustancias (azafrán en los espectáculos más caros), lo que servía para mitigar el mal olor de las gradas (por la mucha gente congregada y sudando) y el que venía de la arena (empapada de la sangre, orines y heces de los animales y condenados muertos).

Sparsio missilium: En este caso lo que se lanzaba al público no era agua, sino pequeñas bolas de madera (por lo que al ser lanzadas eran llamadas ‘missilia’, de ahí lo de sparsio missilium, ‘lanzamiento de misiles’). Cada bola llevaba inscrito el premio por el que era canjeable (dinero, oro, comida, etc.), de manera que tan pronto caían las bolas entre los espectadores estos se apresuraban a cogerlas, para lograr así el premio.

En otras ocasiones, se lanzaban los premios directamente sobre el público. En ambos casos, ya fuesen bolas o premios, el alboroto que se producía en la grada era considerable, llegando a producirse peleas por ver quién cogía una bola o un premio, por lo que Séneca decía que lo mejor que podía hacerse cuando empezaban a caer las bolas o regalos era salir del anfiteatro.iii

Linea dives (literalmente ‘cuerda rica’): Otra forma de distribuir regalos entre la audiencia era colgarlos de una cuerda tendida sobre las gradas. Los espectadores tendrían que alcanzarlos, o derribarlos para que cayeran y poder cogerlos, lo que causaría de nuevo peleas.

Bajar a la arena y participar en el espectáculo: Esto ocurría en las venationes (cacerías) y en los combates de gladiadores. En las venationes está documentado cuando Gordiano I sirvió como aedil (antes de 238) y en 281, con Probo: la arena se llenaba de animales (avestruces, ciervos, jabalíes) y entonces se permitía a los espectadores bajar y coger el animal que cada uno quisiese. Era una forma más divertida de dar comida a los espectadores.

En el caso de los combates de gladiadores, la costumbre está documentada por la historia de Sisinnes: en la arena un heraldo se adelantaba junto a un gladiador y preguntaba al público si alguien quería luchar contra él a cambio de una suma de dinero.iv

Orgías: Los banquetes a menudo terminaban en orgías, y así ocurrió en el banquete que hemos dicho que Nerón ofreció en su anfiteatro de madera. Junto a la comida y bebida, las prostitutas y mujeres de la ciudad (incluso de las más nobles familias) fueron ofrecidas a los hombres, “y cada uno disfrutó de la que quiso, pues no se permitió a las mujeres rechazar a ninguno”.v

Para saber más sobre los entretenimientos y atenciones al público, consultar el capítulo homónimo de mi libro Gladiadores: el gran espectáculo de Roma (edición 2018, páginas 173-179). También puede verse lo que digo al respecto en el documental “Gladiadores”vi, y en la entrevista que me hizo el Ciudadano García en su programa Mitos del deporte.vii

Alfonso Mañas


NOTAS:

i Ovidio, Ars amatoria, 1.163-170.

ii Plinio, NH, 19.6.23-24.

iii Seneca, Epistulae, 74.7.

iv Luciano, Toxaris, 57-60.

v Dión Casio, Nerón, 62.15.

vii https://www.rtve.es/alacarta/audios/mitos-del-deporte/


Imagen de cabecera: Maqueta del Coliseo en el Museo della Civiltá Romana, Roma. Obra de René Chambo.  Fuente: Wikicommons