Hola, soy Juan Tranche y hoy me he permitido el lujo de arrebatarle el báculo al creador de esta página para ser yo quien os traiga al protagonista de la entrevista de este mes, que no es otro que el fundador de la asociación Lucius Spilculus Divulgación: Javier Romay. Seguramente, al igual que yo, muchos estáis deseando saber qué fue lo que impulso a Javier a crear un espacio dedicado íntegramente a la gladiatura.

 

¿Cómo comenzó tu pasión por la gladiatura?

Realmente no lo tengo muy claro. Puedo decir que desde muy pequeño, en la escuela, me fascinaba la historia, en especial la antigüedad clásica. También puedo decir que «Gladiator» fue una película que me marcó, y que el auge de una fiesta como el Arde Lucus me avivó la llama que ya tenía dentro de querer recrear. Así fue como llegué a Caetra, la asociación en la que empecé como recreador, y en algún momento del 2011 salió la actividad de gladiatura, o algo que se le intentaba parecer, dentro de esta asociación (no recuerdo cuándo exactamente ni cómo, la verdad), a la que me apunté, aunque priorizaba el rol de legionario, que también ejercía dentro de esta asociación. Poco a poco, la gladiatura fue llamando cada vez más mi atención y fui enfocando mis esfuerzos hacia ahí. En el año 2014 conocí personalmente a Alfonso Mañas, y ese mismo año, vi por primera vez en directo una actuación del grupo Ars Dimicandi, ambas experiencias me hicieron ver este deporte de una manera completamente distinta a como la venía viendo, experiencias que me hicieron volcarme de lleno con la gladiatura. Quizá este fue el momento en el que la pasión «comenzó», aunque ya conocía este mundo y leía sobre él de antes, pero no con tanto entusiasmo.

¿Por qué sientes la necesidad de crear un espacio y una asociación como Lucius Spiculus Divulgación?

Esta es una pregunta realmente delicada, a la que procuraré contestar con la máxima honestidad. Desde 2014, como dije, había cambiado mi forma de ver la gladiatura, e intenté, poco a poco, convencer a mi ludus de por aquel entonces de girar nuestro camino hacia una meta muy concreta: la metodología de Ars Dimicandi. Aunque en los primeros pasos me sentí muy arropado, a medida que pasaba el tiempo, crecían las discrepancias, no todos lo veíamos igual ni queríamos lo mismo, sobre todo a la hora de enfrentar un combate a rendición, con las consecuencias que ello tiene. Sentía que tenía unas inquietudes que nadie más compartía conmigo, y cuando estás en un grupo grande de personas, lo lógico es que cedas a lo que diga la mayoría, así que mi idea de gladiatura se tenía que quedar en el banquillo. Y que no se me malinterprete aquí, disfruté todas y cada una de las luchas que hice para mi anterior ludus, pero siempre tenía esa espinita clavada de querer dar un pasito más. A mayores de todo esto, en general, casi todos los grupos que conocía, se enfocaban más a la fiesta y al espectáculo que a la recreación (la cual no entiendo sin divulgación) en sí, siendo esto totalmente legítimo dentro de lo que es una fiesta, pero que de nuevo, me generaban la sensación de que no estaba siguiendo el camino que realmente quería.

Llegado a este punto, al principio solo sentía la necesidad de un rinconcito donde hablar de mis historias, hacer mis escritos, y compartirlos con aquellos que pudieran tener mis mismas inquietudes y así surgió la idea de hacer la web, no obstante, no me acababa de convencer el lanzarla. Fue un viaje que hice a Italia, en verano de 2019, cuando tuve la oportunidad de probar un pedacito de lo que yo anhelaba, Ars Dimicandi me dejó luchar con ellos. A raíz de ahí, y en palabras de Dario (presidente de Ars Dimicandi), llevaba un fuego dentro «que una vez se prende no se apaga». A partir de ahí sentía una necesidad imperante de comprender más aún la gladiatura, de estudiarla profundizando en las fuentes clásicas, entrenar duro para comprobar esas fuentes en la práctica y de divulgar para darla a conocer tal y como yo la sentía, por que la gladiatura, tiene mucho de sentimiento. Esto dejó de ser un anhelo o algo que me gustaba para ser algo que necesitaba. Y de esta necesidad es de donde sale Lucius Spiculus Divulgación, ya que si no conseguía encontrar a nadie que compartiera mi forma de ver esto, tenía que montármelo yo por mi cuenta, lo que tenía claro es que no iba a reprimirme más en este sentido. Lo que luego fue pasando, fue algo que no me esperaba y que no ha dejado de darme alegrías desde entonces.

¿Por qué la gladiatura y no otros guerreros o luchadores de la historia, como por ejemplo los samuráis?

Al principio por algo muy básico: en mi ciudad la fiesta histórica que había, estaba ambientada en tiempos romanos, y por esta misma razón, como comenté en la primera pregunta, me fui sumergiendo en diversos roles hasta «tropezar» con la gladiatura. Luego, más adelante, se convirtió en algo mucho más importante y trascendental para mi. A día de hoy, te diría que es por que otros luchadores de la historia, suelen salir de un contexto bélico, o de una necesidad de protección y/o expansión. Sin embargo los gladiadores proceden del mundo funerario, de la honra al muerto, del ofrecimiento a otros. Son combates en los que a pesar de que hay vencedores y vencidos, el concepto en este caso es totalmente distinto. Un gladiador no lucha al final para ganar o perder el combate, si no para ofrecer su sufrimiento y que este sea digno, en los primeros momentos históricos, del muerto al que se le hace el ofrecimiento, y desde convertido en espectáculo, que sea digno para el público que le va a juzgar, no por si ha ganado o si ha vencido, si no por cómo a luchado. Y esto, es algo que me tiene enamorado: se lucha como ofrecimiento.

¿Qué es lo que piensas que hace distinto a un gladiador para que sean tan especiales para ti?

Creo que esta pregunta la respondo un poco ya con el comentario anterior, pero me explayaré un poco más. Cuando un gladiador está luchando, no está pensando en matar al rival, o en saquear los bienes del que tiene enfrente si lo mata, o en solventar una afrenta personal a través de un duelo, como puede pasar en otras épocas, con otros guerreros de otras procedencias. Un gladiador está pensando en que tiene que sufrir, ser herido, caer y volverse a levantar para conquistar a su público, para mostrarse como un héroe, como un reflejo de lo que una sociedad belicosa como la romana, admira, y que este, de no vencer, le perdone la vida en base al ofrecimiento de sufrimiento que ha dado. Tenemos que pensar que muchos de los gladiadores se enfrentaban contra compañeros de ludus, con lo cual, por pequeño que fuese, esto tendría que generar algún vínculo. Sabemos por fuentes clásicas que también se les entrenaba para teatralizar un poco, y que ese sufrimiento fuera percibido por el público. Al final tenían que lucirse, pero también dejar lucirse al rival, ya que vencer rápido y sin ningún tipo de esfuerzo, sería mal valorado por el público. Al final, dicho de una manera rápida y de fácil entendimiento, la lucha de gladiadores es un baile, en el que tienes que saber bailar tú, pero también llevar a tu pareja. Por eso me parece algo tan especial. Algo que enamora y que cuando se hace con este sentimiento, consigue crear un vínculo entre el gladiador, y el público que lo observa, incluso a día de hoy, con todas las diferencias que, obviamente, existen. Ese momento de conexión con el público, es algo muy complicado de explicar con palabras, y que hay que vivir para entender. Ese justo momento, ese sentimiento, es lo que los hace tan especiales.

Si tuvieras que explicarle a una persona que jamás ha oído hablar de gladiadores quienes eran, ¿Qué le dirías?

Que se sentase y se pidiese un café, que la charla va para largo hahahaha. Ahora en serio. Cuando me llaman para hablar de gladiadores en algún lugar, el público suele ser bastante ajeno a esta figura, más allá de lo que el mundo audiovisual ha transmitido (mayormente bulos) de ellos. Me suelo marcar en primera instancia el desmontar los típicos tópicos que todos hemos escuchado alguna vez y a explicar el origen primigenio de estos combates. Suelo contar que ya en tiempos de Aquiles, se hacían funerales en los que había combates no mortales para derramar sangre ante el muerto como ofrecimiento/libación para facilitarle su paso al otro mundo, y que esto se fue transmitiéndose culturalmente hasta llegar a Roma, donde con el tiempo lo transformarían en el espectáculo al que hoy hacemos referencia. A partir de ahí, vería si tengo la atención del público o lo estoy durmiendo. Que no a todo el mundo le fascina ni le interesa este tema. Pero creo que lo básico y esencial sería eso, explicarle sus orígenes y un resumen de los tópicos, para desmentirlos. A partir de ahí, creo que la curiosidad (de haber conseguido despertarla) y las preguntas que ésta pueda generar, harían el resto.

¿Qué tendría que ocurrir para que en el futuro te sintieras satisfecho y orgulloso del trabajo que has hecho con Lucius Spiculus Divulgación?

Bueno, todo lo que sea crecer y hacer cosas nuevas me hará enorgullecerme (más), pero sin duda, ya estoy muy orgulloso de a dónde ha llegado en este año de vida que tiene. Cuando lo inicié, y más teniendo en cuenta el nefasto año por el que he pasado (lesiones serias, Covid y problemas personales…) no imaginé que un año después estaría donde está. Me ha dado muchísimo más de lo que le podría haber pedido y de lo que imaginé en un principio. Ha sido incluso una fuente de apoyo en momentos difíciles, no solo por el trabajo que se puede ver, si no por todas las personas que de una manera u otra, han estado ahí, con el proyecto y conmigo. Sin duda alguna, estoy orgullosísimo de este «hijo» que es Lucius-Spiculus.

¿Cuál es tu opinión acerca de la recreación hoy en día en España y fuera de nuestras fronteras?

Creo que, pese a que se han hecho avances, tenemos muchísimo que mejorar en España respecto a otros países, donde tienen todo mucho más asentado y el trabajo es mucho más serio. Principalmente el problema que veo aquí en España es que mezclamos cosas que pese a poder convivir perfectamente y crear sinergias, no deben mezclarse, y me explico. Aquí en España tenemos por un lado las fiestas de ambientación histórica y por otro las recreaciones. El problema es que se mezclan, y se ponen nombres de unas a otras, creando una confusión y una imagen distorsionada de cada cosa. La mayor parte de lo que aquí tenemos son fiestas de ambientación histórica, aunque todas se promocionan como de recreación.

Conviene en este punto, especificar qué es cada cosa:

La recreación histórica: viene a ser darle vida a la historia, y para hacer tal cosa hay que ser riguroso. Tanto la vestimenta, como materiales y las actividades que ejercemos como recreadores han de estar respaldadas por estudios serios de origen académico, o en hipótesis formuladas de forma científica, teniendo mucho cuidado con las afirmaciones rotundas y siendo conscientes de que la historia es algo vivo y cambiante a medida que nuevos hallazgos y estudios emergen. Al final lo que estamos haciendo es «reconstruir» o «recrear» el pasado, y sin esta seriedad en las formas y la ejecución, eso no existe. Un recreador debe ser consciente del papel que está interpretando y conocer su contexto, aunque sea en una medida muy básica.

La fiesta histórica: La fiesta histórica es un evento de carácter popular que normalmente viene a recordar algún evento histórico de la zona en cuestión, sin mayor pretensión que darle visibilidad a ese evento de forma muy sencilla, potenciando el turismo y entreteniendo a un amplio espectro de ciudadanos. Aquí se le da un trasfondo o ambientación de fondo histórica a la verbena de toda la vida, donde la gente con mayor o menor criterio, se viste según lo que el imaginario popular (principalmente dictaminado por el mundo audiovisual) considera que es de esa época. Aquí no hay ningún tipo de exigencia a nivel de documentación, vestimenta o materiales. Como he dicho antes, su objetivo es recordar a pinceladas el pasado romano, medieval o reciente de la localidad a través de un reclamo turístico generalista, sin más pretensión.

Estos dos mundos, pueden convivir perfectamente, no hay necesidad de ningún enfrentamiento ni guerra entre ambos (como por desgracia, a veces pasa), pero cada uno ha de llamarse por su nombre, y saber en cual de los dos está, en definitiva, no mezclar conceptos. La fiesta tiene un poder de convocatoria tremendo. La recreación tiene un poder de divulgación enorme. Pero la divulgación no se hace en una fiesta, ni la fiesta está integrada en la divulgación, y el pretender alguna de estas dos cosas, es lo que nos lleva en España, a estar tan por detrás de otros países.

Si vas a usar piezas anacrónicas, de una película o, directamente no tienes interés en investigar lo que vas a representar, y tu principal motivación es el ambiente festivo…entonces eres un festero, que nada tiene de malo, pero no puedes llamarte recreador, ni decir que recreas. He visto a gente justificarse con un «bueno, es que esto nadie lo sabe» o un «nadie estaba allí para verlo, podría ocurrir perfectamente». La historia es una ciencia, y como tal, su estudio tiene un método científico en el que las opiniones personales no fundamentadas no tienen cabida.

Por otro lado, no puedes pretender ir a una fiesta histórica con tus mejores galas de recreador y pretender que la ciudad se acomode a tus exigencias, ni darte un aire de superioridad moral por estar vestido acorde a una época concreta, sojuzgando a la gente disfrazada que abunda en este tipo de eventos. Cosa que, por desgracia, también pasa. Las fiestas, fiestas son, y hay que entenderlas dentro de las expresiones populares que abundan en nuestro país.

Ambas cosas pueden convivir y ayudarse, por que seamos sinceros, lo que atrae a la gran mayoría de la gente, es la fiesta, no la recreación. La recreación aporta un mayor nivel cultural a la actividad, pero no aporta tanto público. Llamando a cada cosa por su nombre, y dándoles sus respectivos espacios, ambos grupos pueden medrar, en un sentido u otro. Pero si no paramos de mezclarnos, la recreación tenderá a menos, por abuso de unos y hartazgo de otros. De hecho, la tendencia que estoy viendo es que cada vez más recreadores apuestan por eventos privados, sin público, para poder estar en un entorno recreacionista, y esto mata todo el elemento divulgador, o al menos, una de las partes más interesantes, que es que exista un público que lo «viva».

Ese y no otro es el problema que tenemos para crecer en España. En todos lados se cuecen habas, obviamente, pero lo poco que he salido de nuestro país en temas de recreación, he visto otra seriedad respecto a este tema.

¿Que te gustaría ver a día de hoy en la gladiatura, que no exista?

A día de hoy, me gustaría ver un documental nacional bien rodado en la parte de la «dramatización». Hay grandes documentales como el realizado por Arqueomanía en la parte de entrevistados (contando con grandes profesionales y expertos en el tema) y la guionización, pero que siguen fallando en las dramatizaciones: representaciones poco creíbles con materiales no adecuados. Como ejemplo positivo destacaría los documentales, ambos extranjeros,  «Carnuntum: Los City of the Gladiators» o «Epic Warrior Women: Gladiators», en el que aparte de contar con grandes profesionales en la parte narrada del documental, también supieron poner un buen nivel en las dramatizaciones, contando con recreadores experimentados y sobre todo, con material adecuado a la época representada y los hallazgos arqueológicos.

También me gustaría ver aquí en España, un espectáculo completo de gladiatura, en un anfiteatro, con un buen número de gladiadores bien entrenados y que luchen a rendición, el público bien caracterizado y todos los elementos que habría en su día: músicos, editor, lanista, suma rudis, mercurio, caronte….en fin, todo. Algo parecido hacen en el anfiteatro de Pula todos los años desde el grupo Spectacvla Antiqva.