A lo largo del año 2022, aprovechando mi parón por lesión, Adrián Mirón de Método Mirón y yo mismo, nos hemos embarcado en un proyecto particular que se que se ha hecho en otros países pero que no he visto aún nunca en España: centrarse en la biomecánica de los movimientos lo suficiente como para hacer un estudio sobre la misma.
El pasado año, el 24 de septiembre en la VII edición del Castra Legionis de la Colección Museográfica de Gilena, presentamos los resultados de dicho trabajo. De momento hemos decidido no publicar el trabajo íntegro a la espera de seguir trabajando con otras armaturas en ese proyecto y seguirlo testeando. La idea es seguir exponiéndolo en puntos de encuentro serios como el citado evento (el próximo entreno nacional, si tiene cabida, sería otro espacio, por ejemplo) de manera que la crítica y comentario de colegas gladiadores así como nuestro propio entrenamiento, lo vaya puliendo y enriqueciendo lo suficiente como para acabar publicando un estudio que incluya todas las armaturas que practicamos.
No obstante, si que quiero dar a conocer aquí la punta del iceberg y que sirva tanto de ayuda a quien lo vea como tal pero también de escaparate de lo que es NUESTRA gladiatura a nivel de entrenamiento. ¿Y qué quiero decir con «nuestra» y por qué lo destaco?, pues por algo muy sencillo: hay muchos tipos de gladiatura y diferentes formas de entenderla. No hay ninguna descartable ni mucho menos, pero solo hay una nuestra. En Lucius entendemos la gladiatura como un rito, como algo espiritual que no basta con ejercitar y entender, si no que hay que llegar a sentir en lo emocional. Quizá el término espiritual hoy en día pueda generar rechazo o esté deformado (no es la primera vez que me encuentro con ello) pero planteároslo como una filosofía muy íntima de luchar. Para ello partimos desde una perspectiva deportiva en el ámbito del entreno, en la que trabajamos para ser efectivos, pero a la hora del combate «real», entramos de lleno en un ritual, donde lo deportivo ayuda, pero lo espiritual lo es todo. De hecho tenemos muchas dificultades para crecer en número de gladiadores por esta exigencia particular.
En cuanto a la base deportiva del entrenamiento de la que hablamos y de la que versa el estudio, os haré un muy breve resumen, por partes, que quizá queráis/podáis aprovechar (o no). Reitero que por aquí haré algo muy breve pero, si alguien quiere/necesita que se le explaye algo, damos conferencia al respecto en ciertos eventos, es cuestión de estar al tanto de en qué eventos nos movemos, o si os interesa lo suficiente, hablar con nosotros de como organizar una.
Lo primero y más importante, cuando nos planteamos entrenar a alguien, es fijarse en lo básico, que para nosotros consta de 4 elementos: Línea-ángulo de ataque, alcance/rango del ataque, postura y agarre.
Línea-ángulo de ataque.
La línea de ataque es básicamente la línea recta que hay todo el tiempo entre un contendiente y el otro, y los ángulos de ataque son, valga la redundancia, los ángulos que podemos trazar con el arma a raíz de esa línea. Es importante conocerlos no solo para mejorar la propiocepción de nuestras extremidades en el ataque, si no para visualizar lo que estamos haciendo y economizar y volver más efectivos los movimientos.
Alcance/Rango
Esto no es más que ser consciente de a que distancia estamos del rival, que arma tenemos y hasta donde llega, y que armas tiene el rival y hasta donde pueden llegar. Se trata de mejorar y afinar la percepción espacial, que descuidamos mucho, para sacarle el máximo rendimiento en combinación con los rangos de movimiento de nuestras extremidades. Esto nos permite hacer juegos de esconder/mostrar el arma y su rango de alcance combinado con el brazo de ataque, la cadera y los pies para conseguir impactar o, al menos, tener más recursos para hacerlo.
Postura
Algo que descuidamos muchas veces es nuestra colocación, ya desde la postura de partida defensiva. Y es que lo flexionados/estirados que estemos, la colocación de los pies y de los brazos, influye mucho en la calidad de nuestros movimientos y en la velocidad de reacción en los mismos.
Agarres
Aunque no lo pueda parecer, la forma de agarrar una defensa o arma, especialmente hablando de la red del retiario, puede suponernos una gran ventaja o una igualmente grande desventaja. Automatizar y mejorar la propiocepción sobre ellos es algo muy importante.
Nosotros trabajamos incansablemente esto hasta que, como ya cité varias veces, se consigue un grado de automatización importante. Una vez tenemos esto afianzado, pasamos hacia el movimiento. Aquí trabajamos propiamente el equilibro y el juego de pies-cadera, teniendo en cuenta para ello siempre la morfología de la panoplia a usar y el timing (momento adecuado) de cada gesto. El punto clave se mueve entorno al centro de masas, ser consciente de donde está en cada momento, y moverse en consecuencia, para no perder el equilibrio en ningún momento, y aprovechar nuestro cuerpo en nuestro favor. No menos importante es como colocamos los pies y como movemos la cadera. De los pies parte todo movimiento y defensa que hagamos, y en función a su colocación, nuestra base de sustentación aumentará o disminuirá, como así lo hará la efectividad de nuestra postura. Si sabemos colocar, mover bien los pies, tenemos el 50% del trabajo hecho, si no los sabemos usar, estamos perjudicando el 100% del trabajo. La cadera, la gran olvidada, nos va ayudar muchísimo tanto en la fuerza que imprimamos en el golpeo, como en el rango de movimiento alcanzado.
Estas dos son las dos fases (básicos y movimiento) quizá más complicados de conseguir. Para la fase final del entrenamiento, dejaríamos las técnicas (ataques y defensas específicas) y la táctica (como y cuando aplicar las técnicas). Casi todos los grupos que he podido conocer y analizar, se centran esencialmente en esta parte, olvidando las dos anteriores y eso, bajo nuestro juicio, frena y estanca el progreso. Esta última parte es donde se centra más el trabajo del que os vengo hablando, donde analizamos las fuentes iconográficas para analizar las posturas que de ellas extraemos, hipotetizando si es un movimiento de partida, en ejecución o de finalización, ya que, como es obvio, estas fuentes son estáticas y se debe de trabajar siempre sobre la hipótesis.
Una vez analizamos esta parte, analizamos vídeos de grupos modernos, para ver que patrones se repiten y de todos ellos, cuales pueden coincidir con una postura de las fuentes y, a partir de ahí es cuando entra la biomecánica, observando y practicando cual es la manera de mover cada una de las articulaciones implicadas de manera más efectiva.
Una vez que tenemos todo esto analizado, aislamos cada movimiento y lo practicamos. Una vez está interiorizada la secuencia de movimiento, se practica contra un sparring que solo defiende. Posteriormente, se practica ese golpe aislado contra un rival que se defiende y ataca, y cuando estamos confiados en que ese movimiento está asimilado a nivel propioceptivo al menos, se entrena en combate libre, y así sucesivamente hasta completar todos los movimientos sometidos a estudio.
La fase final de todo esto sería aplicar directamente la estrategia, es decir, todos los apartados anteriores (básicos, movimiento, técnica y táctica) a un combate real a pleno contacto y rendimiento contra diferentes armaturas.
Esta es la parte deportiva que aplicamos al entrenamiento de la que vengo hablando desde el principio del artículo. Con esto afianzado, salimos a la arena en distintos espectáculos, con la idea de que somos lo suficientemente buenos a nivel técnico para nuestros propios estándares, pero en la arena lo deportivo queda en segundo plano, pues en la arena salimos a otra cosa, y esta «otra cosa» ya trasciende lo deportivo y toca lo espiritual.
Quizá con este final os quedéis con un poco de hype, si lo he narrado bien, pero no os preocupéis, en 7 días, os escribo un artículo solo para explicar esta otra parte, ya que es digna de una página para ella sola. Ad maiora!