Orgullo o deshonra

No son pocas las veces que cuando acudo a una charla, sobre todo con público adolescente, que me preguntan si ser gladiador estaba bien visto o por el contrario era una vergüenza. Sinceramente,  es un tema complicado de responder, ya que la verdad es que podía ser ambas cosas. Para poder razonarlo, primero deberíamos entender lo que es la infamia.

¿Y que es la infamia? Bien, pues una pérdida del buen nombre y reputación, que un hombre tiene entre los demás hombres con quienes vive: es una especie de excomunión civil, que priva al que ha incurrido en ella de toda consideración y rompe todos los vínculos civiles que le unían a sus conciudadanos, dejándole aislado en medio de la misma sociedad”1, y la verdad es que pese a ser una definición “moderna”, se basa en el derecho romano y encaja a la perfección con lo que venimos a hablar aquí, ya que los gladiadores eran considerados infames.

¿Por qué eran infames los gladiadores? Bueno, lo primero a tener en cuenta es que la sociedad contemporánea de los gladiadores consideraba moralmente muy bajo la sumisión del cuerpo y la voluntad a los deseos de otros así como exhibir el cuerpo el público. Esta moral, por tanto, excluía de la sociedad, y considera despreciables, catalogándolos como infames, a todos aquellos que ejercían profesiones que mostraban el cuerpo y necesitaban de cierto servilismo para llevarse a cabo, como podían ser prostitutas, actores, atletas y, lo que a nosotros nos interesa, gladiadores. Y es que para los romanos “la falta de autoridad y de personalidad que implicaba el realizar una conducta de sumisión”2 así como enseñar su cuerpo, era algo imperdonable. Aunque, realmente, dentro de la infamia, había grados, pero eso ya es otra historia (para otro post) .

En este sentido tenemos citas que nos muestran lo mal considerados que eran socialmente los portadores de “la marca” (infamia), por ejemplo Calurnio Flaco3 nos dice que “no hay estatus más bajo que el de gladiador”, y Quintiliano4 por poner otro ejemplo, nos especifica que el gladiador es infame por que lucha “ante un pueblo que lo observa”, es decir, por exhibirse en público. El mismo Quintiliano5, llega a llamarlos “sacrílegos” en alguna ocasión, demostrando así lo despojo que los consideraba.

Si leemos solo hasta aquí, podríamos aseverar directamente, que ser un gladiador era una deshonra, cierto, pero es que tenemos que seguir investigando esta figura para darnos cuenta de que no es así, y que es una pregunta compleja de responder. ¿Por qué? Pues por que al mismo tiempo, eran figuras admiradas. Figuras como el propio Cicerón, que los llama bajos y viles6 en ocasiones, elogia su valentía en otras7. Nos deja también San Agustín8 testimonio escrito de la afición que generaban y lo queridos que podían llegar a ser, al hablar de su discípulo Alipio en su viaje a Roma, y no hay más que ver la cantidad de merchandising de época, como las famosas lucernas, para saber que era un auténtico fenómeno de masas, como lo puede ser hoy en día el fútbol en Europa o el baloncesto en Estados Unidos.

Por un lado despreciados y por otro admirados, esta era la hipocresía de la situación, que dejó muy bien reflejada Tertuliano9 en las siguientes declaraciones:

“Aman a quienes castigan, humillan a quienes aplauden. Ensalzan el arte, pero marcan al artista”

Una vez explicado esto, dejo a vuestro criterio si considerar al gladiador alguien a admirar, o a despreciar, ya que ni los propios romanos lo tenían claro.

 


Notas:

1Lardizábal y Uribe, M. de, Discurso sobre las penas, título V, apartado IV (De las penas de infamia). Introducción de Ignacio Serrano Butragueño, Granada, 1997, p. 105.

2Mañas,A. Gladiadores, el gran espectáculo de Roma, Ariel Historia, Madrid, 2018, p.192

3Calpurnio Flaco, Daclamationes 52

4Quintiliano, Declamationes minores, 302·1

5Quintiliano, Declamationes maiores, 9·21

6Cicerón, Tusculanas, 2·41

7Cicerón, Pro Milone 92

8San Agustín, Confesiones, 6·8

9Tertuliano, De Spectaculis 22·3


Imagen de cabecera : Ilustración de Borja Mirón Chaos.