Tendemos a pensar que los gladiadores eran sólo unos luchadores, en el que la sangre y la arena, el honor y la gloria eran los únicos ingredientes que les motivaban para seguir luchando. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, puesto que un gladiador no estaba constantemente combatiendo, tenía, en muchos casos, familia, costumbres o creencias que eran gran parte de su vida.

Sabemos que muchos gladiadores procedían desde el mercado de esclavos de lugares lejanos, o de ciudadanos libres reconvertidos en infames, y se enrolaban a una escuela de gladiadores. Esto nos indica que, sea de procedente servil o de un ciudadano, seguían teniendo sus costumbres religiosas, que es el caso que vamos a estudiar.

Poco se ha estudiado al respecto1 por lo que no se ha profundizado en este interesante tema y desconocemos muchos aspectos. También es cierto que rastrear los aspectos religiosos en general son difíciles, y más si carecemos de referencias literarias o arqueológicas. Debemos tener en cuenta que la gran mayoría de los cultos gladiatorios serían ocultos, mistéricos. Esto qué significa, que muchos de los cultos eran privados, íntimos, y no requerían de sacerdocios o lugares físicos atestiguados arqueológicamente ni tampoco literarios.

A pesar de este hiato documental, existen muchas vinculaciones entre la religión y la gladiatura. Tengamos en cuenta que las fiestas religiosas utilizaban los combates atléticos, carreras de caballos, o el teatro, como componentes fundamentales para la celebración de ese día en honor a la divinidad2.

Un elemento clave es que los juegos recibían nombres de los dioses a los que se les daba culto, como por ejemplo Ludi Cereales, Ludi Apollinares, Ludi Florales, en los que se celebraban combates gladiatorios.

Son pocas las divinidades que pueden ser vistas dentro del ámbito gladiatorio, podemos suponer que existían Némesis, Dea Caelestis, Diana, Victoria, Plutón, Marte, Hércules, Mercurio y Caronte. Divinidades que participan directa o indirectamente en los juegos o en el culto personal de los gladiadores. Véase para conocer más sobre este tema el artículo nuestro.

Debemos retrotraernos al origen funerario de los combates gladiatorios. En estos, dos bustuarii combatían anunciando con el ruido de las armas la llegada del difunto al Inframundo, teniendo como acompañante a uno de los guerreros muertos, que le servía como mensajero o psicopompo3. Livio nos narra que fueron los campanos o los etruscos los primeros en hacer ritos gladiatorios en los funerales4 como aparece en la Tumba de los Augures. Fue en el 264 a.C. cuando Marco y Décimo Bruto en honor a su padre, instauraron estos juegos en el Foro Boario, donde combatió, posiblemente, el primer tipo de gladiador, el samnita, que luchaba con las armas del dicho pueblo hasta su desaparición en algún momento no muy posterior al 434 d.C.5

En el caso gladiatorio existían tres personajes mitológicos fundamentales que se atestiguan bien mediante la literatura o relieves: Némesis6, Mercurio y Caronte que participan en el contexto anfiteatral comprobando la muerte o derrota del combatiente. El resto de divinidades citadas anteriormente pudieron darse culto por sus características, aunque también habría que añadir el culto personal de cada luchador que desde su lugar de origen traerían, y esto, en algunos casos, influenciarían en su armatura7 y la decoración de alguno de los elementos, similar a lo que ocurría en el ejército romano con las tropas auxiliares.

Cierto es que algunas divinidades tienen sacerdocios propios, como Hércules (que está bien documentado en anfiteatros, y encarnaba las características físicas y morales del buen atleta, junto a Apolo), Diana, Neptuno, Plutón, Marte, etc. que seguramente recibirían en su templo a los propios gladiadores, por lo que restos rituales de estas divinidades dentro de la escuela de gladiadores sería escasa o nula, ya que los exvotos8 serían allí depositados o los rituales se celebraban en el templo.

También era posible vincular el tipo de gladiador con ciertas divinidades, mientras que un auriga, aparte de Némesis u otros personales, podría hacerlo a Neptuno (recordemos que en el circo aparecen los delfines, así como esta divinidad era protectora de los caballos y aparecería en escena en las naumaquias), además con el binomio retiario-secutor9. Los bestiarii o venatores podrían dar culto también a Diana cazadora; y así podríamos vincular multitud de cultos; Sagitarii con Apolo Aphetoros, divinidad que, junto con Júpiter, aparecía en escena en el triunfo del gladiador, elementos como la capa púrpura propia de Júpiter o la corona de laurel de Apolo. O Hermes, como nos hace mención Marcial10 sobre un gladiador tan ligero, posiblemente retiario u hoplomaco.

Sabemos por Tertuliano que existían combates para gusto del público, donde se representaban escenas mitológicas. Otros como Marcial, Calpurnio Sículo o Herodiano que nos narran estas re­presentaciones mitológicas bien con luchas de gladiadores entre sí o contra animales. Las representaciones serían del estilo de la muerte de Prometeo, Dédalo, Orfeo o un Leandro, que se representaban de forma atroz ante distintas fieras, así como la postra­ción del León de Nemea, pero protagonizado “por una brava mujer”, femineo Marte, como nos expone Marcial11, o la representación del pasaje mitológico de la unión zoofí­lica de Pasífae y el toro de Creta ante el emperador Nerón, como otros mitos que narra este autor.


NOTAS:

1 Existe estudios muy concretos sobre elementos religiosos dentro del ámbito anfiteatral especialmente en el de itálica, como el de BELTRÁN FORTES, J. (2011): “El anfiteatro de Itálica (Santiponce, Sevilla). Análisis arqueológico de los espacios y cultos documentados en el edificio en época romana imperial”, Analecta Malacitana (AnMal electrónica), Málaga. (http://www.anmal.uma.es/Beltran.pdf).

BELTRÁN FORTES, J. (2003): “Los devotos de Némesis en el ámbito del anfiteatro hispanorromano. Algunas notas”, Arys, vol. V, (=Actas del Congreso “Divinas Dependencias. Individuos, Santuarios y comunidades”, XXV Congreso Internacional de GIREA / VII de ARYS.

BELTRÁN FORTES, J.; RODRÍGUEZ HIDALGO, J. M. (2004): Itálica. Espacios de culto en el Anfiteatro, Sevilla.

BELTRÁN LLORÍS, F. (2000): “Santuarios en anfiteatros. El caso de Tarraco”, en Homenaje a J. Mª. Blázquez. IV. Hispania Romana, I (J. Alvar, ed.), Madrid, págs. 71-87.

Aludimos también a un artículo nuestro sobre esta temática, ALMANSA FERNÁNDEZ, M. (2015): “Religiones en combate: una aproximación al culto religioso romano en contextos de lucha”, en Vicent Ramírez, N. y de Miguel López, J. Roma y el Mundo Mediterráneo, Ed. Universidad de Alcalá de Henares, Madrid.

2 SUETONIO., Caesar, I. 29: “de espectáculos de diferentes clases; un combate de gladiadores (munus gladia­torium), representaciones teatrales (ludos), dadas incluso en todos los barrios de la ciudad y, todavía más, por actores que hablaban todas las lenguas, así como juegos de circo (circenses), luchas de atletas (athletas) y una batalla naval (naumachiam)”.

3 BRIQUEL, D., 1986, pp. 161 y ss.

4 LIV., Ab Urb. Cond., IX.40, 17.

5 Mañas, A. (2018) Gladiadores, el gran espectáculo de Roma. Madrid. Ariel Historia. pp.- 387-397

6 OVIDIO, Met. II, 760 – 796.

7 Por ejemplo, en el tipo tracio la influencia religiosa-mitológica estaría presente en el grifo del casco; en el reciario podría estar influenciado no sólo por la figura del pescador, si no por algún elemento como el tridente, tridens, de Neptuno;

8 En Itálica, donde existe la inscrip­ción: «Avrelivs loiiticvs Nemesi praesenti» del s. II d.C. situado en la Porta Triumphalis a la altura del Nemeseion, es decir, del sacellum o santuario pequeño dedicado al culto a Némesis.

O como en el anfiteatro de Mérida que se encontró un nemeseion, donde había una inscripción, Dea Inuicta Caelestis Nemesis sin­cretizando la divinidad Némesis con Celestis Augusta, igual que pasaba en Itálica. Para saber más del tema nos remitimos a CANTO, A. M., La epigrafía romana de Itálica, Tesis doctoral de la Universidad Autó­noma de Madrid, Madrid, 1985.

9 Recordemos que el retiario llevaba red, tridente y luchaba, en algunas ocasiones, con un secutor, que portaba un casco con una aleta de pez encima.

10 MARCIAL, L. I. XXIV.

11 Marcial, Epip., VI.b y otros pasajes mencionados dl mismo autor: Prometeo en. Epip., VII; Dédalo: Epip.,. VIII; Leandro: Epip. XXV.


Imagen de cabecera: TUmba de los Augures, Tarquinia.  Fuente: Pinterest