He de empezar diciendo que me sentí muy alagado cuando, en un evento que todos los años rotan de ludus invitado, nos vuelven a llamar para repetir en un espacio de dos años, y es que la relación con nuestros amigos de Astorga siempre ha sido buena, pero que rompan su tradición para volver a invitarnos es un detalle que marca.
A pesar de la tónica general de este año, que es tener muy poco margen de maniobra para organizar el evento (poco respecto a lo que estamos acostumbrados, al menos), tiramos para adelante, y aunque aparecieron lesiones de última hora e imprevistos, la divina fortuna terminó por favorecernos y pudimos ofrecer 4 gladiadores para el evento, de nuestro propio ludus, y tuvieron a bien acompañarnos dos miembros de la sala de esgrima de Cantabria, con la que ha surgido un maravilloso hermanamiento a raíz del V entrenamiento nacional de gladiatura.
A cada uno le gustará más de una manera u otra, y tendrá opiniones bien diversas, pero de la munera de Astorga hay que destacar su veteranía organizando un evento que aunque va rotando los ludus (hasta la extraña excepción de este año), siempre ha sabido ofrecer, a su manera, los diferentes elementos de una munera. Los gladiadores, y los árbitros siempre han sido externos, pero siempre han aportado las personalidades del pulvinar, los distintos funcionarios de la arena (desde los que interpretan, en su versión más histriónica, a Caronte y Mercurio hasta los que se encargan de sacar los cadáveres en caso de haberlos o de rastrillar la arena y asegurarse de que esté en condiciones optimas) los músicos, personalidades religiosas, incluso actores de entreacto, como los paegniarii o interpretaciones de mitos clásicos. No olvidándonos de la diosa Némesis y la Diosa fortuna, que nos recuerdan constantemente la cercana presencia tanto de la vida como de la muerte, de la victoria y la derrota, de la justicia retributiva y la gloria del combate.
Solo echamos de menos este año una cosa: una presencia más protagonista para nuestro gran amigo, maestro y mentor en muchos de los aspectos de la gladiatura, y de las pocas personas que han estado con nosotros, aportando (altruistamente) siempre, desde los humildes orígenes, Fernando Barriales.
Los combates, este año tuvieron también su importante cariz, pues uno de nuestros tirones demostró estar ganando a pulso tal reconocimiento. Ya había luchado antes este año, pero la lucha de este evento no hace más que confirmar que no erramos en la decisión de otorgarle nuestra tessera de hueso.
En conclusión, un evento al que tenemos mucho cariño y al que siempre es un placer volver, ya no solo por la lucha en si, que sabéis todo lo que nos llama, si no también por volver compartir espacio y tiempo con amigos que vemos pocas veces al año como son los compañeros de la VI Victrix y de la sala de esgrima de Cantabria. A Barriales lo vemos bastantes más veces, pero no por ello nos da menos alegría encontrarnos con el siempre. Desde aquí, fuerte abrazo a todos.
