Continuamos con la serie de artículos orientados a la recreación de un combate y los elementos que lo rodean, tanto previos, como paralelos o posteriores. En este en cuestión, vamos a detenernos en un momento clave: el final del combate y sus efectos, tanto para el vencido, como para el vencedor.
Lo primero sería como recrear el fin del combate en si mismo. Podría ser con una victoria, una rendición, una derrota o un “empate” (stans missus). Vamos a perfilar un poco que detalles convendría tener en cuenta para cada resultado:
Gladiador vencido: Este momento quizá sea el que más chicha da, pues al final, la atención del público recae más en el destino de este, que en la “gloria” del vencedor. Cabe destacar aquí, que lo que nos arroja la arqueología en forma de frescos, mosaicos y relieves1, es que para rendirse habría que tirar el escudo y levantar un dedo, pues tal era la señal de rendición.
Una vez que el gladiador se rinde o es derrotado, toca decidir si vive o muere. Aquí tenemos tres posibles opciones. La más asentada quizá sea que el público, mediante gritos o gestos de mano, pidiese missio(dejarlo vivo) o iugula (sentenciarlo a muerte), y el editor hiciese altavoz de la opción mas apoyada por el respetable, aunque no siempre era así. Hay que tener en cuenta todo el tema de lo que costaba matar a un gladiador. No obstante, hubo períodos de tiempo en los que la vida o muerte del gladiador vencido, la decidía directamente el gladiador vencedor2. Como veis, tenemos opciones varias.
La decisión de si matarlo o dejarlo vivir solía venir en cuestión a como se había desarrollado el combate y la fama del gladiador, a mejor combate y más fama, más posibilidades de salir vivo. Es decir, no se valoraba tanto el hecho de perder el combate en si, si no el hecho de si el combate había sido bueno, y el gladiador se “merecía” ser perdonado. Aplicándolo a la recreación, y es algo que pido al público siempre que tengo ocasión de explicarlo, deberían fijarse en si el gladiador dio un buen combate, se levantó pese a caerse al suelo y no huyó de su rival o estuvo esquivo por miedo a los golpes. 3
Si el gladiador sale vivo de la arena, se acabaría su función aquí, limitándose a andar fuera de ella si era capaz, o ser transportado por los funcionarios de la arena si sus heridas se lo impedían, no hay mucho más que recrear pero, si se decide la muerte del mismo…este acto en si es todo un ritual. Hay ciertas maneras que se reflejan en diversos frescos. La primera sería que el vencido se arrodille ante el vencedor, y poniéndole una mano en el muslo, con la otra acompañe la hoja hacia su yugular4. También podría ser una postura en la cual el vencido estuviera de espaldas al vencedor, en posición inferior a este (sentado5, de rodillas6…), de nuevo llevando la hoja del puñal hacia su yugular. Una posición menos frecuente, por las condiciones en las que se da, sería que el gladiador, a causa del agotamiento o de la gravedad de las heridas, no pudiese sostenerse y simplemente esperase tumbado en el suelo a que lo rematasen, en esta ocasión, el puñal entraría por la espalda directamente al corazón, como se hace actualmente con los toros en las plazas al terminar el toreo7.
Una vez estuviese el gladiador muerto, unos operarios lo llevarían al Spoliniarium, del que hablaremos en el próximo artículo.
Gladiador vencedor: El vencer tenía una ceremonia asociada. Veámosla.
En casi todas las recreaciones que he estado y que he visto, la ceremonia del vencedor se reduce a este haciendo algún gesto de victoria y el aplauso del público8, muy raras veces he visto que se le de una palma9, pero ya, no he visto ningún proceso más.
Lo cierto es que vemos en muchos mosaicos a los gladiadores vencedores con la mano del arma en alto, esto parece ser un símbolo de victoria. También se ve en algunos mosaicos (especialmente tardíos), como portan un palo con una tela atada (¿quizá con su nombre o con algún texto que haga referencia a ser el ganador?). También a veces con un manto sobre el brazo que no usan para sostener el arma o el palo, lo que nos apunta a que podría usarse como elemento de victoria10.
¿Y eso es todo? Pues no, no es todo. Alfonso Mañas11 nos cuenta que se le daría una hoja de palma, una corona de laurel y una bandeja de plata. Una vez así ataviado, el gladiador daría una vuelta al anfiteatro, para que el público pudiera tirarle diversos regalos, entre ellos, monedas, monedas que recogería para su bandeja de plata, pues esa era su función. A mayores de esto, el editor podría decidir otorgarle también un “praemium” que consistiría en una bolsa de monedas. Si el pueblo se las daba, ¿por qué no el editor? Era una oportunidad para hacer gala de su riqueza y generosidad, dando el solo, más premio que todo el público junto12.
Empates y muertes dobles:
Resultados más excepcionales pero no por ello imposibles son aquellos en los que, por excepcional aguante o técnica (ergo, un buen espectáculo) se premia a los dos con la salida en pie de la arena (stans missus). Esto pudiera ser por que ambos se niegan a rendirse13 y siguen luchando, pero el combate no parece llegar a una decisión clara, por lo que podría decidir pararse y otorgar el empate, reconociendo la habilidad de los luchadores, pero no dando la victoria a ninguno de ellos.
Dentro de estos “empates” incluso tenemos un caso anecdótico, el de Prisco y Vero, en el que se concede la rudis a ambos gladiadores14. No hay registro de como sería esta ceremonia de entrega de la rudis, ni tan siquiera de qué era exactamente, pudiendo ser desde un palo, hasta la más aceptada versión de una espada de madera.
También anecdóticos son los casos en los que los dos gladiadores resultan muertos en el lance15. Aunque os dejo citados varios casos, quiero destacar este, por la intervención del suma rudis, que puede dar un buen caso para recrear, y es la historia de Decoratus16, un secutor que hirió mortalmente a su rival, para acto seguido caer agonizante en la arena. El árbitro los remató a los dos (se supone que para ahorrarles sufrimiento).
Y con estas opciones para recrear el momento de la victoria y la derrota, terminamos el artículo. La próxima semana cerraremos esta particular serie con cosas para recrear después del combate.
Espero os haya gustado y le deis utilidad.
1Por ejemplo el fresco encontrado en Pompeya en el año 2020, el relieve de Fianno Romano conservado en Villa Giulia, Roma, o el mosaico de Zliten.
2Una cita que nos da ejemplo de ello es el caso del Secutor Urbicus CIL V 5933 o la que nos cuenta un episodio de la vida de Caracalla, también en esta línea: Dion Casio, Historia Romana, 78·19·3
3Cicerón, Pro milone, 92; Séneca, De la tranquilidad del ánimo, 11·4
4Esto se refleja claramente en los relieves de la tumba de Scaurus, hallado en Pompeya.
5Otra escena de nuevo del relieve de Fianno Romano, conservado en Villa Giulia.
6El ejemplo estaría en el relieve hallado en Benevento, y conservado en el museo del Sannio.
7Una de las hipótesis que respalda esto, se basa en las heridas extraídas del análisis forense de los huesos del cementerio de Éfeso. JOUR, Kanz, Fabian (2011) Le cimetière des gladiateurs d’Éphèse, L’ArchéoThema n.º 16 pp. 72-75 Fabian, K.; Grossschmidt K.; (200) Dying in the Arena: the Osseous Evidence from Ephesian Gladiators. Puede verse también en el relieve de Apollonia (Albania CIRCA.50) Flecker (2015) Römische Gladiatorenbilder p.267
8Tenemos muestras de estos vítores en Suetonio, Vida de los doce Césares, Claudio, 21·5)
9Puede verse claramente en varias lápidas, como la lápida de Satornilos, en el Rijksmuseum de Holanda.
10Todo esto puede observarse perfectamente en el mosaico gladiatorio de la Galería Borghese (Roma).
11Mañas, A. (2011) Gladiadores, el gran espectáculo de Roma, Ariel Historia, Barcelona pp.164-165.
12Como hacía Claudio (Suetonio, Vida de los doce Césares, Claudio, 21·5), o Augusto (Suetonio, Vida de los doce Césares, Augusto 45·2)
13Séneca, De la constancia 16·2; Marcial, De Spectaculis XX
14Marcial, De Spectaculis XVII
15Robert, 1940, nº124; Horacio, Satyricon 1·7·19-20: Suetonio, Vida de los doce Césares, Claudio 34·2
16CIL V 563