Ha pasado ya casi un mes desde el evento, pero como ya sabéis, escribo en general cuando voy quedando un poco descansado de los eventos  (este final de temporada ha venido cargadito de eventos, fuera y dentro de Lucius). Ya en perfecto descanso, y tras revisar tanto vídeos, como fotos, como recuerdos…vamos a la crónica del evento.

Dies in Arena, no es solo un evento adscrito a un lugar determinado, si no que es un formato de evento que nuestros hermanos Italianos de Ars Dimicandi junto con Grupo Storico Romano han creado en el último año. Susa 2024 fue el lugar de ensayo del mismo, el «pistoletazo de salida», para algo muy grande de lo que hemos tenido la suerte de ser invitados a formar parte en la pequeña escala en la que podemos contribuir. No quiero enredarme demasiado en esto, pero os diré que es una combinación de combate real, con teatro y narración, de la mano de una muy cuidada parte investigativa y académica que da como resultado un espectáculo divulgativo como jamás antes he visto dentro de la gladiatura. El contexto italiano, donde este tipo de proyectos son bastante más apoyados y tienen más material humano implicado detrás que en España, favorece bastante que esto suceda, por lo que creo que son un ejemplo a seguir y un faro para ir dando pasos en una dirección, a mi juicio, bastante acertada.

Dicho esto, narraré nuestra peripecia. Este año, con lecciones aprendidas del año pasado, la organización logística de nuestra parte, fue bastante mejor. Los vuelos fueron reservados con mayor antelación, el equipamiento y las maletas, estudiado de mejor manera para poder llevarlo con nosotros directamente en el avión, y los tiempos de los aeropuertos (y las compañías) más holgados, para no tener que volver a competir en 100 metros vallas para coger el avión (los veteranos del blog o que nos conozcan al menos de hace un año, sonreirán con el recuerdo).

 

 

No obstante si hubo algún contratiempo, narraré los de este año de forma breve: Salimos cada uno de nuestras casas, para juntarnos en Madrid y poner rumbo a Milán. Llegamos con tiempo de sobra para hacer cómodamente la facturación de equipaje y el check in pero, al igual que el año pasado, nuestro vuelo se vio retrasado, llegando tarde en la madrugada a destino (Milán en este caso). Al llegar nos dimos cuenta de que el año pasado nos timaron con los taxis, ya que resulta que hay dos paradas, una para taxis que van a lugares cercanos al aeropuerto (con un precio mínimo de 15€), y otra para taxis que van a la ciudad de Milán (con un precio mínimo de 50€). Nos dirigimos a la más cercana, al igual que el año pasado, pero donde el año pasado nos abrieron la puerta del taxi y nos llevaron al hotel, este año nos indicaron amablemente donde estaba la parada que nos saldría más barata. Nos queda aprendido para otra, y os queda por aquí a quien pueda servirle de ayuda.

No terminaron ahí nuestros contratiempos. Al levantarnos, este año con un poco más de calma (aún así, con pocas horas de sueño, 5 en concreto),  fuimos a por el coche de alquiler. Sorpresa, el único coche con las características reservadas era un eléctrico al que solo le quedaba el 40% de la batería, autonomía insuficiente para llegar a destino. Después de un rato de negociación infructuosa, nos dieron un coche similar (con algo menos de maleta) a gasolina, pagando el doble casi de lo que habíamos ya pagado (cuando en web, el que habíamos alquilado era de una categoría superior al gasolina, cosas de la necesidad apremiante del cliente y «el negocio»). Nota para próximas ediciones, especificar en las notas de la reserva que NO queremos un coche eléctrico.

Salvadas estas pequeñas inconveniencias, he de decir que el resto del viaje, tanto de ida como de vuelta, transcurrió calmadamente. Veremos que nos depara la próxima edición.

Comentado nuestro pequeño periplo, podemos centrarnos en nuestra participación en el Dies in Arena Susa 2025. Como novedad, este año había bastante más gente y, por tanto, también más grupos (y nacionalidades). A parte de Ars Dimicnadi, Grupo Storico y nosotros mismos, Lucius, en cuanto a gladiadores este año se sumaron Ludus Taurinorum, de Turín, y Ars Gladiatoria, de Suiza. También asistieron otros grupos de legionarios y civiles para formar parte de tan grande evento, pues no se trataba solo de llevar combates al público, si no de explicar todo lo que rodeaba a un espectáculo, absolutamente todo.

La mañana de la primera jornada fue relativamente calmada y de mera planificación, con una comida degustación de las delicias que la gastronomía italiana ofrece en cuestión de embutido (el pan, he de decir, sigue siendo mejor el de aldea gallego, por goleada) y charlas entre viejos conocidos y nuevos por conocer. Por la tarde nos dedicamos a entrenar, aprender unos de otros y prepararnos para el primer pase con público, sin duda, una experiencia. Por desgracia, todo lo que había que hacer y coordinar este año, impidió que pudiésemos asistir a las charlas que el año pasado si tuvimos tiempo de escuchar. Quizá sea algo a pulir para otros años.

Llegados ya al momento del espectáculo divulgativo, todo fue una experiencia novedosa. Por suerte, estamos acostumbrados ya a luchar y también a hacerlo con nuestros hermanos italianos, pero el formato cambiaba mucho. El simple hecho de esperar a salir en las ergástulas originales del anfiteatro (el año pasado cerradas), que podéis ver en la foto cabecera, ayudó mucho a interiorizar el rol del momento y a conectar con esa parte trascendental que sabéis que nos gusta trabajar, y es que, un par de milenios atrás, siglo arriba, siglo abajo, en esas mismas estancias, esperaron los gladiadores originales. Se me eriza la piel solo de recordarlo.

Como digo, el Dies in Arena es novedoso en formato, y la presentación de Dario, la escenificación por parte de GSR y colaboradores, y las sensaciones con el ya preparado público cuando uno «salía al ruedo», removían los adentros (para bien). Me tocó combatir contra Hermes, nuestro unicornio (por lo excepcional que es aprendiendo y lo sobresaliente de su técnica y fuerza), y he de decir que aunque no llegó al momento vivido con Calidio en Mérida 2023 (aquel combate fue muy emotivo), hacía tiempo que no vivía tan intensamente un combate. Reflejo de que lo dimos todo, es la imagen de cuando compartimos la palma por nuestro combate:

La foto no necesita descripción.

La noche del sábado, como siempre, fue de relajo y esparcimiento, que es donde uno traba las verdaderas amistades. Disfrutamos de unas excelentes pizzas italianas, a la que se sumó un buen «tapper» de embutido que sabiamente se picaba y echaba por encima. Nosotros, como de costumbre, llevamos nuestro licor café gallego, para compartir excelencias gastronómicas. Siempre nos granjea nuevas amistades. Y es que compartir comida y bebida es la forma mas antigua de que uno conozca a otro y charle. Terminada la cena fuimos tomar una copa con algún otro grupo de gladiadores de donde salieron, entre risas y anécdotas, proyectos de cara al futuro, proyectos, por cierto, internacionales. Sin duda nos volvimos con una sonrisa en la cara. Nos retiramos temprano, pues por la mañana había que rendir.

 

Domingo por la mañana tuvimos un entrenamiento más calmado, donde pudimos, de nuevo, aprender pequeños «secretos de la gladiatura» que la experiencia de 30 años de los ARS Dimicandi fue amablemente compartida con el resto. Ya el año pasado crecimos enormemente en cuestión de técnica gracias a ello, y auguro que este año será igual. Nos quedamos con 2-3 detalles técnicos, que ahora toca practicar hasta la saciedad para incorporarlos. Tenemos la suerte de tener la estela de quien nos precede, para ir aprendiendo de ella. Una de las cosas que mas destaco de este entrenamiento, es haber podido aprender de la mano de Malleus la técnica de los gallus, que me parece muy distinta a todas las demás, y que espero, en algún futuro, poder practicar con más ahínco.

Poco a poco, la mañana fue pasando, y llegó la hora de la comida, una estupenda pasta con pesto preparada por GSR. Es la segunda vez que como pasta preparada por ellos, y he de decir que no he probado otra igual, 10/10. También en esta comida se nos agasajó con un producto típico italiano, cuyo nombre ahora mismo no recuerdo, pero consiste en una carne seca (tipo jerky) condimentada de una manera muy concreta (ahí está el secreto de que sea algo propio de los italianos y no un jerky más), fruto del interés por compartir gastronomía surgido mientras la noche anterior bebimos licor café.

Mientras terminábamos de comer, se armó y planificó el espectáculo final, que era la reiteración de el del día anterior, pero cambiando los roles para que todos pudiéramos probar un poco de todo. Los combates básicamente se distinguen en dos tipologías, los que van a pleno contacto, y los que son más «interpretados» de cara a mostrar diferentes aspectos y trasfondos de la gladiatura, ya que un combate a pleno contacto tiene su sentido, pero impide a veces planificar ciertos contenidos divulgativos. Todo tenía su sentido y todo encajaba.

Por desgracia, el espectáculo terminó con el tiempo justo para que pudiéramos recoger y marcharnos, causando una despedida apurada, pero sin duda, la experiencia mereció completamente la pena. Estamos tremendamente en deuda de gratitud por que nos incluyan en su trabajo y el fruto del mismo y seguiremos intentando contribuir en la medida de nuestras humildes posibilidades.

Como les gusta decir, y a mi me gusta escuchar, a nuestros hermanos italianos: Ad Maiora.